Después de los capítulos de «Uso práctico de los objetivos» en los que hemos aprendido a usar los objetivos angulares, a hacer panorámicas con ellos y a usar los objetivos normales, vamos a continuar hoy con la primera parte de los teleobjetivos (o teles), dedicada a lo que conocemos como teleobjetivos cortos.

Un teleobjetivo (lo clasifiquemos como corto o largo) es aquel objetivo con distancias focales superiores a la normal, es decir, superiores a la diagonal del formato que se usa, en el caso de película de 35mm o sensores full frame, superior a 50mm de distancia focal.

Por lo tanto, si la distancia focal es mayor a la normal, al contrario de lo que ocurre con los objetivos angulares, con los teleobjetivos el ángulo de visión disminuye por debajo del de la vista humana.

Los teleobjetivos se suelen dividir en teleobjetivos cortos y largos ya que las características propias de teleobjetivo se llevan al extremo al usar los teleobjetivos largos y no podemos tratar de la misma manera un teleobjetivo de 100mm que uno de 500mm.

Teóricamente los objetivos cortos son los que presentan unas distancias focales comprendidas entre 70 y 135mm, pero al igual que en el caso de los objetivos normales, nos vamos a permitir una cierta flexibilidad para conocer mejor las características y los usos, y hablaremos de teleobjetivos cortos para referirnos a aquellos con distancias focales comprendidas entre 70mm y 200mm y que por lo tanto nos cubren los ángulos de visión comprendidos entre los 46 y los 12º.

Aunque coloquialmente suele llamarse “zoom” a los teleobjetivos, la denominación “zoom” únicamente hace referencia a la posibilidad de variar la distancia focal usando un mismo objetivo. Por ejemplo, un objetivo 200-400mm es un teleobjetivo zoom, pero sin embargo un objetivo de 300mm sigue siendo un teleobjetivo pero en este caso no es zoom sino que es un teleobjetivo de distancia focal fija.

 

¿Cómo puedo reconocer una fotografía hecha con un teleobjetivo corto?

Como con el resto de objetivos, aprender a reconocer una foto hecha con este tipo de objetivos nos ayudará a saber qué podemos esperar del nuestro cuando lo usemos.

 Nos fijaremos como siempre en los tres puntos que más fácilmente nos ayudan a reconocer este tipo de objetivos.

  • Campo visual: Como hemos dicho antes, es menor que el de la vista humana. Al ser teles cortos, esta limitación en el campo visual aunque sea fácilmente reconocible, no es exagerada. Al ver fotos realizadas con este tipo de objetivos nos dará la sensación de que nos encontramos más cerca del sujeto de lo que estaba el fotógrafo realmente, como que falta parte de la escena, es decir, que si hubiésemos tomado nosotros esa fotografía habríamos visto (sin mirar por la cámara) todo lo que envuelve al sujeto que fotografiamos, y que, al mirar por la cámara con este objetivo se nos recorta parte de la escena que veíamos sin cámara.
  • Profundidad de campo: Con este tipo de objetivos se empieza a reducir la profundidad de campo. Incluso con diafragmas medios-cerrados los fondos aparecen desenfocados. Aún estando desenfocado el fondo, generalmente (salvo distancias de enfoque muy cortas y diafragmas muy abiertos) los elementos del fondo no pierden sus formas, tenemos fondos desenfocados pero normalmente podemos reconocer qué ocupa ese fondo.
  • Distancia entre planos: Se dice que los teleobjetivos aplanan la imagen. Lo que ocurre es que al ver fotos hechas con estos objetivos, nos da la impresión de que la distancia entre los distintos elementos que aparecen es menor de la que había realmente. Podríamos decir que de alguna manera las dimensiones se acortan.

 

 Pero… ¿En qué tipo de fotos suelen usarse?

Estos teleobjetivos cortos, especialmente los de distancia focal de 105mm son los más utilizados en fotografía de retratos formales.

En bodegones se utilizan mucho para conseguir captar los detalles de los elementos, consiguiendo cerrar el encuadre sin tener que colocarse encima del bodegón y evitando así, por un lado posibles contactos que muevan los elementos del bodegón y por otro, la proyección de sombras o reflejos de nuestro propio cuerpo o material.

Con estos objetivos ya sí que entramos en el fabuloso mundo de la fotografía de flora y fauna. Sin ser teleobjetivos extremos ya sí que nos permiten un cierto acercamiento que nos viene especialmente bien para aquellos animales que aún siendo salvajes, están más acostumbrados a la presencia humana. También pueden sernos útiles para acercarnos a animales que no sabemos muy bien como reaccionarán. Con estos objetivos podemos estar a una distancia prudencial al tomar las fotografías.

 

Algunos errores frecuentes al usar un teleobjetivo corto:

Teniendo en cuenta que cualquier error si se comete expresamente como forma creativa puede dejar de serlo, un error frecuente que se comente con estos objetivos es cerrar en extremo el encuadre. Realmente el error no es cerrar los encuadres demasiado, sino cerrarlos porque “es que con este objetivo lo veo todo muy de cerca y me da pereza echarme unos pasos hacia atrás”.

Es comprensible que si fotografiamos a nuestro hijo de un año no queramos estar a quince metros de él mientras tomamos las fotos y no vemos lo que ocurre a su alrededor, pero en estos casos es mejor usar un objetivo normal con una gran apertura de diafragma (f/1.8 por ejemplo) que nos desenfoque el fondo y nos permita estar más cerca. Lo que no es bueno es colocarse a dos metros y que todos los retratos de nuestro hijo se limiten exclusivamente a su nariz y sus ojos. Algún retrato así está bien, pero todos no.

Otra situación que podríamos catalogar como error frecuente es aquella en la que usamos un objetivo de 135mm para fotografiar a la gente sin ser vistos. El error no es usarlo para fotografiar a personas, sino pensar “es que me gusta fotografiar a la gente pero me da vergüenza acercarme mucho”. Con el tamaño que empiezan a tener estos objetivos y la distancia a la que estaremos, os aseguro que darse cuenta de que les sacáis fotos, se van a dar cuenta igual que usando un 50mm, pero además pensarán que estáis escondiéndoos por algún motivo.

No usar trípode con estos objetivos empieza a ser un error. Siempre es mejor usar trípode que no usarlo, pero en la práctica es muy habitual que por un motivo u otro no lo usemos. Con estos objetivos puede ser que a 70mm apenas notemos diferencias entre usarlo o no, pero sí con un teleobjetivo de 200mm, os aseguro que el porcentaje de fotografías realmente nítidas se ve disminuido enormemente por no usar trípode.

El peor de los errores siempre será no llevar estos objetivos “porque pesan mucho y total no voy a usarlo”. Es cierto que pesan más que los que hemos visto hasta ahora, especialmente aquellos más luminosos, pero puedes dar por sentado que si lo dejas en casa seguro que en la mejor foto del día necesitarás ese objetivo.

 

Entonces… ¿Cómo puedo sacarle el máximo partido a mi teleobjetivo corto?

En retratos nos permite obtener desenfoques muy interesantes que ayudan a separar y resaltar el sujeto enfocado del fondo que aparecerá desenfocado.

En el caso de los bodegones la distancia entre los objetos es mínima, y puede resultar difícil conseguir desenfoques selectivos a poco que cerremos unos pasos el diafragma. Claro, la cuestión es ¿Por qué quieres cerrar el diafragma si lo que buscas es limitar la profundidad de campo? El motivo es muy sencillo, porque la máxima calidad óptica de los objetivos suele encontrarse en los diafragmas medios para este objetivo. Por lo tanto si lo que buscas es máxima calidad óptica y conseguir un desenfoque que te conserve la forma en los elementos del fondo lo ideal es usar un teleobjetivo corto disparando a diafragmas medios (alrededor de f/8 aunque puede variar en función de cada objetivo).

Aprovecha para cerrar los encuadres en paisajes. Aprende a aprovechar ese efecto de aplanar la imagen del que hablábamos antes. Podemos fotografiar una serie de montañas una detrás de otra y lograr formas geométricas muy interesantes. Además de acercar todos los elementos del paisaje, también comprime la neblina apareciendo con más presencia en nuestra imagen de lo que podemos verla con nuestra propia vista.

Al cerrarnos el campo de visión, son objetivos muy útiles para centrarnos en los detalles, tanto objetos, partes del cuerpo humano o de animales, o detalles arquitectónicos. Si además combinamos estos detalles con desenfoques selectivos, podremos lograr fotografías muy interesantes de elementos que muchas veces pasan desapercibidos.

Ten siempre presente que cuando mires a través del visor de tu cámara y tengas montado un teleobjetivo, tu campo visual se reduce mucho y es posible que estén ocurriendo cosas a tu alrededor que por un lado también desees fotografiar y por otro, prefieres que no estén ocurriendo tan cerca de ti. Por eso puede ser útil de vez en cuando abrir el ojo que no tenemos metido en el visor para ver lo que ocurre a nuestro alrededor.

 

¿Existen opciones más económicas?

Con los teleobjetivos cortos empezamos a adentrarnos en el frustrante mundo del “me gustaría comprarme este objetivo, a ver ¿cuánto cuesta?… ya no me gustaría comprármelo”

Por este motivo los fabricantes tienen a la venta complementos ópticos que nos permiten multiplicar la distancia focal por 1.4, 1.7 o por 2, con lo que un objetivo de 100mm puede convertirse con uno de estos complementos en uno de 140, 170 o 200mm.

La principal desventaja de estos complementos es que perdemos luminosidad en nuestros objetivos y por ejemplo un objetivo de máxima apertura a f/4, pasa a tener una máxima apertura real de f/5.6 al usar alguno de estos complementos multiplicadores.

Además aunque la pérdida de calidad óptica suele ser inapreciable en los multiplicadores 1.4x y 1.7x, sí suele notarse una cierta pérdida en el caso de los 2x.

En algunas ocasiones y dependiendo tanto del objetivo que usemos como del complemento óptico, podemos perder la función de enfoque automático en nuestro objetivo, aunque parece que los fabricantes empiezan a ponerle solución a este problema.

Realmente esta opción es muy interesante y muchos profesionales optan por usar este tipo de multiplicadores de focal, pero es necesario informarse bien de las características y, en caso de existir, las deficiencias que tendremos al usarlo con un objetivo en concreto y para una finalidad determinada.

 

En resumen

Los teleobjetivos cortos nos acercan al sujeto y nos cierran el campo visual. Además nos aplanan la escena al crear la sensación de acercamiento de planos en la fotografía.

Los teleobjetivos cortos no te ayudarán a pasar desapercibido pero sí te permitirán una cierta distancia de seguridad frente a animales (o personas) a los que no quieras acercarte demasiado.

Los multiplicadores de teleobjetivos pueden ser una buena opción para ahorrar algo de dinero sin perder mucha calidad óptica, pero siempre debemos informarnos bien tanto de las características de estos complementos como su relación con el objetivo con el que vayamos a usarlos.

Fuente: José Barceló