El dominio de la composición es fundamental para conseguir captar imágenes de verdadera calidad que proporcionen al fotógrafo una vía de expresión y que, al mismo tiempo, sean capaces de ofrecer un mensaje claro al que las visualiza.
De la mano de Rosa Isabel Vázquez, nos vamos a adentrar en el fascinante mundo de la elaboración de la imagen a través de una serie de artículos en los que aprenderemos, de forma clara y sencilla, cómo funciona el lenguaje fotográfico y su aplicación para mejorar nuestras composiciones.
Rosa Isabel Vázquez (www.rosavazquez.com) es una destacada fotógrafa profesional, especializada en la fotografía de paisaje, profunda conocedora de un tema tan interesante y necesario para el fotógrafo como es la composición. Formada en la prestigiosa escuela de fotografía EFTI, en la que realizó un Curso profesional y, posteriormente, un Master Internacional (Madrid, 2002), actualmente co-dirige el estudio de fotografía Imagenat y desarrolla una importante labor formativa a través de su escuela, Aulaimagenat (www.aulaimagenat.com), realizando también cursos de fotografía para otras muchas entidades. Entre otras temáticas, imparte un curso de composición que está reconocido como uno de los más completos e interesantes del mercado. Su obra de autora se distribuye a través de dos galerías de arte (España y Japón) y ha recibido numerosos reconocimientos a nivel nacional e internacional.
Esperamos que estos artículos os resulten de gran interés.
Cuando comenzamos a fotografiar, todo nuestro esfuerzo se dirige a captar aquello que nos llama la atención, buscamos transmitir nuestro particular punto de vista, dejándonos guiar por nuestro instinto. A pesar de la ilusión y el entusiasmo, normalmente, no conseguimos nuestro propósito y, muy pronto, llegamos a la conclusión de que nos hace falta dominar la técnica para poder plasmar aquello que tenemos en mente.
En esta segunda fase, la del aprendizaje, compramos libros, asistimos a cursos, consultamos Internet, preguntamos a amigos… hasta que conseguimos unos conocimientos técnicos que nos permiten manejarnos con soltura en la fotografía y realizar las imágenes con corrección.
Es en este momento cuando notamos que, a pesar de todo, todavía no conseguimos imágenes que representan aquello que estábamos viendo o, más bien, transmitir aquello que estábamos sintiendo. ¿Qué nos falta?
La técnica no deja de ser una herramienta y, aunque necesaria, en ningún caso debe convertirse en la razón de ser de una fotografía. M. C. Escher, famoso dibujante, dedicó 13 años a desarrollar su técnica. Él afirmaba que todas las ilustraciones realizadas durante ese periodo tenían escaso valor pues sólo eran el fruto de la puesta en práctica de dicha técnica. Posteriormente, se concentró en la tarea de transmitir ciertas ideas personales, utilizando ahora la técnica como una herramienta en lugar de una razón de ser. Son estas imágenes las más valoradas por el propio autor.
El siguiente paso sería, entonces, adentrarnos en el campo de la elaboración de la imagen, donde una serie de pautas compositivas nos ayudarán a entender cómo funciona el lenguaje de la fotografía y cómo utilizar sus elementos y cualidades.
Es importante tener en cuenta que no basta con saber manejar los elementos compositivos y conseguir imágenes efectivas, simplemente estéticas. El fotógrafo debe tener un propósito a la hora de realizar una fotografía y, además, alcanzarlo con un estilo propio. Se trata, en realidad, de poner estos conocimientos compositivos al servicio de nuestro punto de vista personal para lograr la difícil tarea de transmitir algo a los demás. Cuando conseguimos esto, hemos logrado nuestro objetivo.
A través de una serie de artículos, vamos a describir los distintos componentes del lenguaje fotográfico así como diferentes pautas que nos guiarán en el proceso de la composición, estableciendo las bases que nos van a permitir desarrollar un estilo personal propio con el que perseguir esa complicada meta que es conmover a los demás a través de nuestras fotografías.
EL LENGUAJE FOTOGRÁFICO
Desde el principio de la fotografía, a mediados del siglo XIX, la composición ha sido una de las principales preocupaciones de los fotógrafos.
Todas las disciplinas artísticas poseen su propio lenguaje y, puesto que la imagen fotográfica traslada un mundo tridimensional a sólo dos dimensiones, inicialmente, muchos de los principios de la composición pictórica se intentaron trasladar a la fotografía. Los fotógrafos pictorialistas apoyaban esta idea pues buscaban una vía fácil para que la fotografía fuese reconocida en el mundo artístico. Pero, ante esta imposición, muchos fotógrafos se rebelaron, afirmando que la fotografía era algo único ya que, mientras un pintor podía “inventar” y componer a su antojo, un fotógrafo debía seleccionar una parte de lo que veía, sin la posibilidad de eliminar o situar sus elementos libremente.
La fotografía, por tanto, posee un lenguaje muy particular y el aprendizaje de su funcionamiento va a facilitar la fluidez a la hora de transmitir nuestras ideas.
Será necesario, entonces, conocer no sólo los elementos formales, que corresponderían al vocabulario en la escritura, sino también su gramática; en este caso, la composición fotográfica, para después lograr construir discursos completos propios que comuniquen de una manera convincente y original.
Por supuesto, estas pautas son flexibles y siempre tenemos la opción de romperlas o adaptarlas a nuestro estilo pero, para poder hacerlo, primero, deberemos conocerlas.
LOS ELEMENTOS FORMALES
Son los ingredientes básicos de una fotografía. Elaborar una imagen se basa en escoger y organizar estos elementos (o elegir el instante en que se recogen) para conseguir una propuesta visual que se ajuste a nuestros propósitos de comunicación.
Cada elemento tiene significado por sí mismo, como si de una nota musical se tratara. Pero el verdadero sentido de la imagen se conseguirá a través de todo el conjunto, igual que una pieza musical lo hace a través de su partitura, en la que cada nota ocupa su lugar y, todas juntas, conforman, por ejemplo, la melodía.
Por ello, debemos entender que el uso de los elementos formales no es individual sino que lo habitual es encontrar una combinación de ellos pero su estudio se hace por separado para facilitar su compresión.
En fotografía, los elementos formales son: el punto, la línea, la forma, el volumen, la textura, el tono, el contraste y el color. Veamos cada uno de ellos:
EL PUNTO
Es el elemento más básico. Debe ocupar una parte pequeña de la imagen pero, para que sea significativo, tiene que contrastar con su entorno. Su posición es crucial para la estética de la fotografía; sobre todo, a la hora de aportar el equilibrio o interés deseado.
Tiene una gran fuerza visual de atracción sobre la mirada. Además, las imágenes que contienen un solo punto suelen transmitir aislamiento y soledad.
En la foto del ejemplo «El punto«, tomada en Noruega junto al fotógrafo José Antonio Fernández, buscamos un elemento con mucha fuerza que compensara el gran protagonismo de la tormenta. Esa pequeña isla actuó como un punto al que, aún sin quererlo, se dirige inevitablemente nuestra mirada. La magia duró un instante ya que, rápidamente, la fuerte tormenta nos alcanzó y tuvimos que ponernos a cubierto.
LA LÍNEA
En la foto del ejemplo «La línea«, una imagen compuesta por líneas curvas cuya textura y color le aportan un aire especial. Las nubes del cielo, que parecen casi converger con los flysch, terminan de fortalecer la composición de una fotografía que me ha proporcionado muchas satisfacciones.
Cuando nuestra imagen contiene más de un punto, nuestra mente tiende a conectarlos a través de una línea óptica.
En una fotografía, las líneas suelen guiar nuestra mirada por lo que debemos utilizarlas para reforzar nuestra intención compositiva. Podemos emplearlas para hacer penetrar nuestra visión en la fotografía, llevándonos por la imagen hasta el centro de interés (en este caso se consiguen fotografías de enorme fuerza). O, también, podemos hacer salir nuestra mirada de la foto lo más suavemente posible ya que si el recorrido de una línea nos lleva fuera de la imagen de forma inmediata, la fotografía puede perder gran parte de su interés.
Podemos encontrar líneas que sean reales o creadas virtualmente por nuestra mirada, pueden estar presentes o adivinarse uniendo una serie de puntos que aparezcan en la imagen. Además, las podemos encontrar rectas (horizontales, verticales o diagonales) o curvas.
Las líneas tienen diferente capacidad de expresión según su forma y esto podemos utilizarlo para transmitir ciertas sensaciones en nuestras composiciones.
– Las líneas horizontales expresan estabilidad, calma y descanso. También sugieren distancia y amplitud.
– Las líneas verticales representan un equilibrio de fuerzas estático. Son estables y su dirección es la misma que la fuerza de la gravedad.
– Las líneas diagonales transmiten dinamismo pues representan una tensión no resuelta. Crean una sensación de expectación, de movimiento y de inquietud. La diagonal conduce la vista más que ningún otro tipo de línea por lo que es muy útil como recurso para dirigir la atención.
– Las líneas curvas pueden tener dinamismo pero de una forma más calmada y lenta. La progresión de la curva le proporciona ese ritmo del que carecen las líneas rectas. Por su asociación con las curvas del cuerpo humano, se relacionan con la belleza y la sensualidad.
LA FORMA
En la foto del ejemplo «La forma«, un día de niebla, fotografiando en la costa, descubrí esta roca, de forma muy peculiar, que desató mi imaginación: parecía observarme con desaprobación y un cierto aire amenazante.
Las líneas pueden perfilar una forma y, a veces, ésta se convierte en el aspecto más importante de una fotografía.
Es más interesante insinuar la forma que representarla completamente. Y cuando se trata de una forma conocida, puede bastarnos su silueta o perfil para reconocerla.
A nuestra mente le gusta jugar de forma incansable por lo que siempre va a buscar formas reconocibles en todo aquello que visualicemos. Podemos utilizar esta característica tan peculiar de nuestro pensamiento para sorprender e, incluso, para enviar mensajes a través de nuestras imágenes, incluyendo en ellas formas determinadas que, automáticamente, nos lleven a relacionarlas, por su similitud, con algo que en realidad no está presente.
Si el aspecto más interesante de nuestra composición es una forma, podemos enfatizarla siguiendo estas recomendaciones:
– Eliminar los detalles del sujeto principal, de manera que sólo percibamos su forma; por ejemplo, utilizando un contraluz que sólo destaque su silueta.
– Una gran diferencia de tono o de color entre la forma principal y el fondo nos va a ayudar a que no se confundan.
– Asegurarnos un fondo homogéneo que no distraiga.
– Realizar la foto situándonos muy próximos al motivo para conseguir aislarlo.
EL VOLUMEN
En la foto de ejemplo «El volumen«, vale la pena madrugar si duermes en el desierto del Sahara pues, cuando el sol aparece sobre un horizonte despejado y lo baña con su luz rasante y dura, parece cobrar vida, adquiriendo sus dunas un volumen espectacular. La magia dura poco pues el sol se eleva rápidamente, las sombras desaparecen y el desierto parece perder su magnitud.
Para conseguir transmitir sensación de volumen en un formato bidimensional, necesitaremos captar el sombreado del sujeto o de la escena. Por tanto, van a ser las sombras las que permitan ese efecto de tercera dimensión.
Si queremos resaltar esta cualidad de volumen, lo conseguiremos utilizando una luz oblicua. La luz frontal y la difusa nos dará como resultado, por el contrario, imágenes mucho más planas.
LA TEXTURA
En la foto del ejemplo «la textura«, fotografiando en San Juan de Gaztelugatxe, en Vizcaya, decidí establecer como primer término una roca con un curioso hueco. Me llamó la atención su textura pero la luz suave de un sol que ya se había puesto no la resaltaba. Con un flash de mano, aporté la luz lateral que necesitaba.
Es la estructura de la capa superficial de los objetos y, cuando es muy marcada, logra conferir realismo a la imagen ya que estimula nuestro sentido del tacto.
Podemos exagerar esta textura para provocar ciertas emociones o bien podemos optar por todo lo contrario, buscando producir un efecto suave o envolvente.Al igual que con el volumen, la iluminación va a ser primordial a la hora de resaltarla, con una luz lateral, o reducirla, con una luz frontal o suave.
No siempre hablaremos de una textura real, también podemos despertar nuestro sentido del tacto con una imagen de características más amplias como, por ejemplo, una vista general de un campo de cultivo.
EL TONO
En la foto del ejemplo «El tono«, en la Isla de la Palma, un amanecer tomentoso me dio la oportunidad de captar imágenes bastante monocromáticas. Este es, además, un buen ejemplo de fotografía con una extensa gama tonal.
Si nos imaginamos nuestra escena sin color, el blanco, el negro y toda la gama de grises constituiría su gama tonal.
La diferencia entre estos tonos va a ser fundamental, ya que nos proporcionará la información sobre el volumen y la textura presentes en nuestra imagen. Por eso está tan relacionado con el contraste, que es el que nos va a determinar la relación entre los tonos de una fotografía.
EL CONTRASTE
Se trata de la diferencia de tonos que hay entre las distintas zonas de la imagen. Una imagen resulta visible gracias a su diferencia de contraste respecto a los valores de los tonos que la rodean.
Imágenes muy contrastadas pueden transmitir una gran fuerza y ser muy llamativas, simplificando las formas y enfatizando volúmenes y texturas. Pero contrastes más bajos suavizan la escena y pueden crear una atmósfera llena de sensaciones.
En la foto del ejemplo «El contraste«, los paisajes con niebla nos permiten obtener imágenes con bajo contraste, capaces de sugerir ambientes muy delicados.
EL COLOR
El color añade una dimensión nueva a la composición de una fotografía. La interpretación del color es compleja y a menudo se debe hacer relacionándolo con el resto de los recursos visuales, asumiendo que tiene una lectura tanto óptica como emocional.
Algunos colores poseen una fuerte atracción visual. Los colores saturados (puros) atraen la vista del observador y resultan muy impactantes. Por eso, nos resulta tan excitante cuando fotografiamos un amanecer de colores rojizos muy intensos.
Los colores suaves, sin embargo, crean sensación de placidez, idealizan la situación y se asocian a la ensoñación. Son los más adecuados para captar escenas mucho más sutiles.
Además, los colores tienen asociaciones psicológicas que, en muchas ocasiones, van a depender de las culturas. Mientras en occidente el blanco se relaciona con la pureza, en países como India significa duelo, luto o muerte.
En la cultura occidental, cada color tiene asociada una serie de cualidades. Por ejemplo, el rojo se relaciona con el calor, la pasión e incluso el peligro. El amarillo, con el sol y el calor y puede resultar alegre pero también agresivo. Sin embargo, el azul transmite frialdad pero también tranquilidad, frescor o humedad. El verde (que es opuesto al rojo) es el color de la esperanza, de la primavera y de la vida en la naturaleza, aunque puede sugerir enfermedad y descomposición. El violeta (opuesto al amarillo) resulta difícil de interpretar, a menudo se le asocia con el misterio y a veces se confunde con el púrpura, que tiene connotaciones religiosas. El naranja (opuesto al azul) mezcla la lectura del rojo y del amarillo, transmite calidez y se asocia a la festividad.
Debemos tratar los colores como entidades relacionadas que se percibirán de diferente manera según los colores que tengan cerca. Por ejemplo, la combinación de colores complementarios (opuestos en el círculo cromático), siempre resulta muy llamativa. Aplicado a la fotografía de paisaje, es bastante clásica la unión del naranja y el azul (dunas bajo un cielo despejado, por ejemplo) para lograr imágenes que resulten atractivas. El combinar, sin embargo, colores muy próximos en el círculo cromático nos dará un resultado mucho más armonioso.
En la foto del ejemplo «El color», El Pacific Crest Trail es una ruta de senderismo que cruza Estados Unidos de norte a sur. Esta diapositiva fue tomada un día de fuerte lluvia en una de sus partes más espectaculares y remotas, la que discurre por las montañas Cascades. Los suaves colores de la laguna creaban una atmósfera muy especial que transmitía tranquilidad.
Cuando comenzamos a estudiar inglés, primero aprendemos un vocabulario básico (casa, perro, gato…), pero ¿qué hacemos después con todas esas palabras? No seremos capaces de hablar este nuevo idioma mientras no sepamos cómo utilizar esos términos, cómo organizarlos, por lo que tendremos que aprender el funcionamiento de esa nueva lengua para poder expresarnos a través de ella. De la misma manera, ahora que ya conocemos la naturaleza de los diferentes elementos formales, el siguiente paso será, entonces, estudiar cómo trabajar con ellos a la hora de elaborar una imagen.
En el próximo artículo, abordaremos la organización y la estructura del espacio a través de ejemplos prácticos que harán más sencilla la compresión de los distintos conceptos compositivos. Todo este conjunto nos ayudará a descubrir, para después dominar, el lenguaje de la comunicación visual.
Texto y fotografías: ©Rosa Isabel Vázquez