En el artículo anterior aprendimos a identificar los elementos básicos que podemos encontrar en una imagen, lo que equivaldría, como comentamos, a conocer el vocabulario de una nueva lengua. Pero, para que estas palabras sueltas puedan tener sentido, tendremos que aprender también a construir oraciones en ese nuevo lenguaje. De igual manera, en fotografía, vamos a estudiar cómo organizar esos elementos formales dentro nuestra imagen para, después, elegir la opción que más nos acerque a nuestros propósitos de comunicación.

Cuando vamos a tomar una fotografía, encontramos muchos motivos por escoger y una gran variedad de valores con los que jugar. Aunque en general no podamos cambiar las condiciones de la toma (muchas veces nos enfrentamos a momentos únicos o a condiciones meteorológicas muy particulares), sí que tendremos la posibilidad de tomar una gran cantidad de decisiones compositivas que nos van a permitir obtener el resultado deseado.

La cámara sólo puede captar una parte de todo lo que tenemos ante nosotros, por lo que debemos decidir con criterio qué incluimos en la foto y qué descartamos. Cuando somos fotógrafos principiantes y nos encontramos en un lugar lleno de cosas interesantes, normalmente, nos empeñamos en que salga “todo” en una única captura. Si subimos al monte, es posible que intentemos tomar una foto que incluya el prado, los árboles, el río, las flores, el refugio, el pico con nieve… El resultado siempre es una imagen en la que, en realidad, no se aprecia “nada” concreto. Seguramente, contendrá una enorme mancha verde (nuestra fragante pradera) y el resto de elementos apenas serán anecdóticos.

Por ello, simplificar resulta una parte esencial en la composición, enfatizar nuestro motivo principal y eliminar los elementos visuales que recargan la imagen va a permitir que el mensaje sea más fácil de percibir para la persona que lo observa. Si decidimos tomar una foto que incluya el río y los árboles, otra con las flores y la pradera, otra del pico nevado y otra del refugio, por ejemplo, sí estaremos describiendo de una manera clara y sencilla cómo es ese precioso lugar que tanta impresión nos ha causado.

Pero hay otras decisiones que tomar respecto a los elementos que incluiremos en nuestra fotografía: la ubicación y tamaño del motivo seleccionado, el equilibrio entre sus elementos formales, el papel del fondo, destacar unos sujetos y quitar importancia a otros… en definitiva, cómo organizar el espacio de nuestra imagen, que es precisamente en lo que va a consistir la composición.

Todo ello será analizado a lo largo de este artículo y del siguiente, su segunda parte, en el que estudiaremos las reglas compositivas, así como el equilibrio y las distintas implicaciones de los elementos, según su situación.

 

EL ENCUADRE

Si pensamos en nuestra foto como si de un cuadro se tratase, imaginando que un marco nos la delimita, estaremos hablando de su encuadre.

Cada vez que miramos por el visor, aparecen varias fotografías posibles y, de nuevo, es el fotógrafo quien debe seleccionar la opción que mejor refleja aquello que quiere contar. El encuadre establece nuestra visión, nuestro punto de vista y nuestra reacción ante él.

En ocasiones, podemos utilizar algún elemento para enmarcar nuestro encuadre. En esta ocasión, aproveché una pequeña cueva, que servía de paso entre dos playas cuando la marea estaba baja, para poner marco a la imagen. Tuve que esperar a que la marea subiera lo suficiente para poder captar al mar entrando en la cueva sin que resultara demasiado peligroso.

by Rosa Isabel Vázquez

 

EL FORMATO

Las proporciones y la orientación del encuadre (horizontal o vertical) van a ser los que dicten cómo va a continuar el proceso de la composición. Cada formato va a necesitar un tratamiento diferente en función de la ubicación del motivo.

El formato rectangular es el más común y suele seguir la proporción 3:2 en las SLR digitales, herencia de las cámaras de 35 mm. Las cámaras compactas, sin embargo, han adoptado la proporción 4:3, menos alargada y que encajaba mejor en las pantallas de los ordenadores (hoy día hay una tendencia a las pantallas panorámicas).

Las tomas horizontales favorecen la lectura de izquierda a derecha. Esto produce una sensación de amplitud, de “espacio abierto” y proporciona tranquilidad y naturalidad.

Generalmente, cuando empezamos a fotografiar, realizamos casi todas nuestras imágenes en formato horizontal. Esto es debido, por un lado, a la ergonomía de la cámara, que resulta más cómoda y natural de utilizar de forma apaisada y, por otro, y más importante, a que nuestra visión binocular nos hace ver de forma horizontal.

Las tomas verticales potencian un mayor sentido de profundidad. La lectura normal de este tipo de formato es desde el primer término hacia atrás y hacia arriba. Son imágenes en las que suele ser más fácil sintetizar sus elementos y por tanto conseguir composiciones con mayor fuerza.

Una vez que el fotógrafo “descubre” el formato vertical, suele pasar por una etapa en la que casi todas sus imágenes son verticales, pues resulta más sencillo conseguir una buena composición de esta forma, al ser más fácil sintetizar. Normalmente se trata sólo de una fase y, con el tiempo, recupera de nuevo el uso de ambos formatos.

La representación vertical u horizontal del motivo fotográfico se apoya, a menudo, en la proporcionalidad que se produce entre las dimensiones y forma del motivo y el propio marco fotográfico.

by Rosa Isabel Vázquez

by Rosa Isabel Vázquez

Dos visiones diferentes de un intenso amanecer en la Isla de la Palma. A menudo, vale la pena trabajar ambos formatos en busca del que mejor represente nuestra intencionalidad. Después, siempre podremos elegir.

El formato cuadrado tiene su origen en ciertas cámaras de medio formato. Resulta perfecto para escenas sencillas y minimalistas. También es adecuado para fotografiar motivos y texturas. Transmite sensación de estabilidad pero también de formalidad, por lo que resulta poco dinámico. Es un formato que puede resultar complicado para trabajar pues, debido a su equilibrio perfecto, la mayoría de los sujetos no se adaptan bien a su organización cuadrada.

Los formatos panorámicos invitan al observador a explorar y descubrir su propio punto de vista dentro de la imagen. Crean una sensación envolvente y resulta amplia a la vez que llena de detalles.

Gracias a la era digital, este formato está viviendo un momento de auge, pues ahora se encuentra al alcance de todos. Antes era necesario disponer de una cámara especial para poder realizar este tipo de fotografías; ahora, es suficiente con realizar una serie de fotografías y ensamblarlas con el software adecuado.

Además, actualmente se está desarrollando un tipo de panorámicas, pensadas para ser vistas en el ordenador, que cubren 360 grados. Si, además, muestra también 360º en vertical, estaremos hablando de fotografía esférica, en la que el espectador se encuentra totalmente inmerso en la imagen y es capaz de navegar por ella. Es el formato que genera más implicación al observador.

 

ÁNGULO DE TOMA

Dado que la imagen en fotografía está formada por un sistema óptico, la elección de la lente va a ser esencial en el proceso del diseño.

La longitud focal va a determinar el ángulo de visión (cantidad de escena que se abarca con un objetivo). Pero no sólo eso. Además, determinará en gran medida la geometría de la escena y también puede afectar profundamente su carácter. Diferentes objetivos ofrecerán distintos efectos en la estructura lineal de la imagen, en la percepción de la profundidad, en las relaciones de tamaño y en las cualidades más expresivas.

La lente normal es aquella que abarca un ángulo aproximado de 45º y es la que se corresponde con la visión humana.

by Rosa Isabel Vázquez

El uso de una lente angular me permitió captar el ambiente de este río asturiano. Los diferentes planos y las líneas convergentes, representadas por ambas orillas, me proporcionaron una imagen de gran profundidad, en la que el cauce parece perderse en el interior del hayedo.

La lente angular (>45º) exagera la perspectiva, realzando el primer plano y alejando el fondo.

Estas focales permiten captar imágenes de una gran profundidad, con múltiples y diferentes planos. Como tienen tendencia a producir diagonales, también crean cierta tensión dinámica. Además, al enfatizar la perspectiva, suelen implicar al espectador.

Cuando se trabaja con una lente angular, sobre todo en formato horizontal, hay que ser muy cuidadoso con los elementos que se encuentran cerca de los extremos, pues es fácil incluir algún sujeto no previsto ni deseable, que puede aparecer en su totalidad o, peor aún, sólo en parte. Un ejercicio muy positivo, después de realizar una toma, es repasar los bordes de la imagen para asegurarnos de que no contiene ningún elemento no deseado, pues además, en muchas cámaras, lo que contemplamos a través del visor no se corresponde exactamente con nuestra captura.

Ciertas lentes angulares permiten obtener encuadres muy extremos pero también suelen introducir cierta distorsión, deformando la imagen. A veces podemos utilizar esta característica para conferir mayor espectacularidad a nuestra fotografía pero, como en todo, conviene no abusar.

Los teleobjetivos (<45º) nos acercan al sujeto y comprimen la perspectiva.

Son focales que permiten sintetizar los elementos más fácilmente y, además, pueden lograr una aparente relación entre objetos que en realidad están bastante separados entre sí. Proporcionan una vista selectiva, simplifican la estructura lineal de la imagen y tienden a distanciar al espectador de la escena. Conservan los ángulos rectos y dan como resultado imágenes más estáticas.

by Rosa Isabel Vázquez

La caldera de Taburiente se ocultaba tras la niebla, apareciendo de cuando en cuando con un aire casi místico. Deseaba captar esa magia en una imagen sencilla, a la vez que concreta, por lo que utilicé un teleobjetivo para realizar la captura.

 

PUNTO DE VISTA

La posición de la cámara puede modificar el interés de la fotografía y dar como resultado imágenes muy diferentes.

Al realizar una toma desde abajo, magnificamos el motivo del primer plano. De esa manera podemos enfatizar el interés del sujeto elegido y darle un mayor protagonismo dentro de la escena.

by Rosa Isabel Vázquez

Deseaba una imagen algo diferente de esta espectacular cascada así que la rodeé y me situé detrás de ella para captar su caída. El único problema, la continua y fina lluvia que me obligaba a limpiar la lente en cada toma.

Una toma alta, sin embargo, nos va a permitir separar los planos entre sí, ayudándonos a obtener imágenes más claras y limpias, donde los elementos no se superpongan entre sí.

Buscar un punto de vista diferente a través de tomas frontales, laterales, posteriores… nos va a permitir mostrar nuestra mirada más original.

 

LA PERSPECTIVA

La perspectiva es la representación de una realidad tridimensional en una superficie bidimensional.

Al no ser algo real, será necesario simularla. Podemos reforzarla de muchas formas: eligiendo un punto de vista que muestre diferentes distancias, utilizando un gran angular, incluyendo sujetos cálidos contra fondos fríos, empleando una iluminación directa, no difusa, situando los tonos brillantes en primer plano y los oscuros detrás, incluyendo objetos de tamaño conocido a diferentes distancias para proporcionar una escala reconocible o, incluso, con un desenfoque de la escena que aumente con la distancia.

Según la manera que elijamos para representarla, encontraremos diferentes tipos de perspectiva:

Perspectiva lineal
Se simula logrando la convergencia aparente de líneas paralelas a medida que se alejan del punto de vista.

by Rosa Isabel Vázquez

La costa quebrada es un paraje magnífico en el que capturar paisajes de gran profundidad. Las líneas convergentes simulan una perspectiva lineal que, en este caso, se reforzó con el uso de una lente gran angular extrema.

Perspectiva decreciente
Se simula con el tamaño relativo de los objetos, más pequeños cuanto más alejados se encuentran de nosotros.

Perspectiva aérea
Se simula con la calima o la neblina que reduce el contraste de las zonas más distantes.

Perspectiva tonal
Se simula con los tonos, pues los tonos claros parecen avanzar y los tonos oscuros retroceder.
Un sujeto claro sobre un fondo oscuro destaca con un marcado efecto de profundidad.

Perspectiva cromática
Se simula con los colores, pues los colores cálidos parecen avanzar y los colores fríos retroceder.
A mayor intensidad de los colores, mayor efecto.

Nitidez
La diferencia de nitidez en los distintos planos de la imagen da sensación de profundidad.
Se puede lograr a través de un desenfoque selectivo.

 

LA ESCALA

La escala es la proporción entre el tamaño del motivo y su imagen.

Con ella se transmite la sensación de las medidas reales de los elementos en relación con un elemento de tamaño conocido por el espectador. Muchas veces es el hombre.

Pero a veces querremos jugar precisamente a lo contrario, a evitar cualquier punto de referencia para confundir de forma deliberada al espectador. Esta ausencia de escala puede ofrecernos multitud de oportunidades creativas.

by Rosa Isabel Vázquez

En esta imagen, es la figura humana la que nos proporciona la información sobre las dimensiones reales de las rocas de esta playa. Sin ella, la imagen perdería la referencia a su escala y transmitiría una sensación muy diferente.

 

EL RITMO

Es el resultado de la repetición de líneas, formas, volúmenes, tonos o colores.

La repetición de un motivo aumenta la armonía de una escena. El ritmo permite, además, unir los diferentes elementos de la escena para conferirles unidad y fluidez. Y transmite sensación de continuidad.

Las composiciones con ritmo excesivamente rígido como las olas, campos de dunas, terrenos de cultivo, etc., se pueden romper con algún pequeño objeto discordante que atenúe su rigidez y proporcione un centro de interés

by Rosa Isabel Vázquez

Cuando realizamos una toma en un hayedo, no estamos fotografiando árboles como entidades individuales sino la unidad que todos ellos forman: el bosque.

Por eso, en muchas ocasiones vemos fotografías en las que aparece, por ejemplo, la duna de una playa pero que incluyen un pequeño elemento que se convierte en el centro de interés, como una concha o la huella de una pisada.

Una vez determinadas las características posibles del encuadre y conocidas las diferentes decisiones que podremos tomar a la hora de fotografiar (¿qué formato utilizo? ¿vertical u horizontal? ¿qué lente es la más apropiada? ¿dónde sitúo mi punto de vista? ¿deseo simular una marcada perspectiva o prefiero una imagen más plana? ¿incluyo elementos que indiquen la escala de mi sujeto o prefiero que resulte ambiguo? ¿le confiero ritmo a mi escena?), el siguiente paso será analizar la forma de organizar los espacios, emplazar los diferentes elementos y situar el punto de interés para lograr nuestros propósitos compositivos. Todas estas cuestiones serán abordadas en el próximo artículo: “La organización del espacio (II)”.

Texto y fotografías: ©Rosa Isabel Vázquez