Este tema me ha inquietado siempre y cada vez que se habla en algún foro o reunión de fotógrafos o simplemente en una charla de amigos y aficionados a este Arte, siempre salen las dos mismas cuestiones fundamentales y son si se vulnera o no se vulnera el derecho de las personas y la privacidad de las mismas cuando se hace esto sin que ellas lo sepan y por otro lado, también surge el típico dilema de si pedirle permiso o no a esa persona o grupo de personas para realizar la fotografía.

Esto es muy ambiguo, ya que en algunos casos será realmente complicado pedirles permiso (Evento social, fiesta popular de algún pueblo, situación improvista e irrepetible como por ejemplo algún accidente, discusión acalorada entre dos o varias personas, etc…), y en otros casos, por lo menos ese es mi posición personal sobre esta cuestión, lo menos que se debe hacer, es pedirle a la persona a la cual vamos a fotografiar, por ejemplo a esa señora que esta cosiendo en el «umbral» de su puerta tan ricamente y que tiene una imagen asombrosa, por el sol que le está dando, la fisonomía de dicha persona, sus complementos (silla, cesta de coser, gafas, vestimenta, pañuelo en la cabeza,……), permiso para realizarse una o varias fotos. Nos puede sorprender muy gratamente en muchas ocasiones el cambio y efecto que esto produce. Además tenemos que tener muy en cuenta que no a todo el mundo le gusta que le fotografíen, por lo tanto, me reitero en esta cuestión, pedirle permiso y con ello ganamos también el asunto de la vulnerabilidad y privacidad de la misma.

Por último, si tienes pensado publicar la fotografía de la misma, ni que decir tiene que le pidas el permiso para ello, pero voy todavía más lejos, si tienes sacarle beneficio al tema, es decir, si la vas a presentar en algún concurso fotográfico, bien como retrato o como fondo o parte de una composición de una imagen, es de obligado cumplimiento el hacérselo saber al sujeto de la imagen.

Dicha cual es mi postura sobre la cuestión de fotografiar a la gente o cerca de la gente, quiero dejaros este magnífico «Manual-Consejo» de un magnífico fotógrafo David Airob en el cual nos detalla como él realiza este tipo de técnica y que personalmente me ha parecido muy interesante. Espero que os guste.

 

“Cuando estoy en la calle, no me atrevo a acercarme a la gente para fotografiarlos”

Esta es una de las frases que más he oído durante mis experiencias docentes. De repente sentimos pánico y pensamos que posiblemente sufriremos un desenlace fatal si nos acercamos excesivamente al motivo o situación.

 

Copyright © David Airob

En estos casos, cada uno tiene su forma de proceder y no existe una solución milagrosa. Existen “leyendas urbanas” que encuentran la solución a este problema con la adquisición de una cámara pequeña tipo Leica, la cual nos permitirá pasar más desapercibido, y en cierto modo es cierto, pero existen más factores que pueden influir a la hora de conseguir ese acercamiento. Argumentaré mi opinión al respecto.

Existe un espacio vital. Un territorio que marcamos nosotros mismos y que todo aquello que lo supera se convierte en violento. Siempre pongo el mismo ejemplo. Pensar en aquellas personas que tiene cierta tendencia a hablar muy cerca de nosotros, pegados a nuestra cara. Cuando esto ocurre solemos ir auto apartándonos hasta llegar a esa distancia óptima que consideramos correcta. Estamos marcando nuestro espacio vital.

Si extendemos los brazos en forma de cruz e imaginamos una supuesta circunferencia alrededor nuestro limitada por los dedos de la mano, daremos con ese territorio fronterizo. A la hora de fotografiar nunca debemos traspasarlo. Esperaremos que esa persona nos invite a entrar. Nos coja por la pechera y nos adentre en él. Solo así podremos compartir momentos fotográficos con ella. Para ello es preciso tiempo, compartir momentos.

Cuando hacemos un reportaje extenso puede ser mucho más fácil de conseguir ya que la permanencia en el lugar y sus gentes ofrece más posibilidades de acercamiento pero ¿Como conseguirlo en el día a día, cuando no hay tiempo material para llevar a cabo ese “compartir”?. A mi entender, existe un factor determinante que nada tiene que ver con la fotografía y mucho con la psicología, nuestra actitud ante las personas.

He de confesar que soy un tipo bastante tímido a la hora de hacer fotos así que pensar en un modo de proceder como el que vimos en el video de Bruce Gilden fotografiando por las calles de Nueva York me produce auténtico terror. El respeto hacia las personas se debe convertir en nuestra máxima. Si en algún momento observamos que no somos bien recibidos, bajaremos la cámara y reiniciaremos el proceso. Nada puede violentar a la persona que queremos fotografiar sino estamos perdidos. Nada bueno haremos.

Pedir permiso puede ser una solución pero si lo hacemos, aconsejo nunca hacer la fotografía en ese momento. Nos vamos y regresamos cuando nuestro objetivo esté más relajado. Tenemos su permiso y lo aprovechamos cuando convenga, no inmediatamente.

Reconozco que he perdido fotos pero ha sido para no violentar una situación. Recuerdo el reportaje que hice sobre la película de Fernando Trueba “El Embrujo de Shanghai”. Era la primera vez que vivía intensamente un rodaje. Un día, mientras cambiaban luces, Ariadna Gil estaba pensativa en un rincón. Mi reportaje trataba sobre los entresijos de un rodaje. La foto era preciosa, la luz de ensueño. Ariadna estaba abstraída, tal vez memorizando el texto o colocándose en el personaje. Algo me decía que acercarme en ese momento produciría una molestia o rechazo en ella así que me comí la imagen pero muy posiblemente, el hecho de no hacerla facilitó posteriormente muchas otras igual de interesantes como esta que realicé días después.

 

Copyright © David Airob


No creo para nada en la leyenda de la cámara pequeña a menos que tengamos que fotografiar algo que implique peligro, que por la situación, requiera la máxima discreción. Una situación similar como la que contó Paco Elvira en su blog, relatando como hizo unas fotos en un prostíbulo. Y no lo creo por mi experiencia fotografiando por la calle con una 6×6. Su tamaño no es precisamente pequeño así que no hay camuflaje posible. Solo nuestra actitud y respeto hacia los demás.

Cuando estoy ante una situación, siempre intento mantener cierta tranquilidad, revoloteo alrededor como diciendo “te voy hacer una foto”. Me muestro y cuando veo algo interesante disparo. No es cuestión de disparar mucho, esto lo he aprendido con la 6×6. Esperar y observar porque con esa cámara solo tengo un disparo posible.

 

Copyright © David Airob


La tienes o no la tienes.

Fuente: http://www.thewside.com/