Bueno, vamos a por la segunda parte.
Ya vimos en la primera entrega de esta temática, que nuestra actitud será primordial a la hora de fotografiar cerca de las personas. Estas no deben sentirse violentadas en ningún momento.
Antes de empezar, me gustaría recalcar que estos ejercicios o consejos están sobretodo destinados a todas aquellas personas que están empezando. Los viejos lobos ya tienen sus argucias y creo que poco, o nada, les puedo enseñar. Al contrario, muchos me podrían enseñar a mi, así que mis consejos me gustaría que fueran considerados como algo más que poner en el zurrón y no la solución definitiva. Dicho esto, empecemos.
Al ver fotografías, es muy fácil adivinar con que óptica se han realizado, sobretodo si nuestro equipo esta formado por zooms. En prensa gráfica es normal su utilización por las prestaciones que nos ofrecen pero en el reportaje más personal considero que no tienen lugar. De repente hay cortes donde no deberían, brazos cortados sin ningún sentido, lejanía. El zoom nos hace comodones y antes de acercarnos físicamente a la situación, tiramos del anillo que nos llevará hasta el encuadre deseado y nos acercará automáticamente la acción, pero lo que realmente esta haciendo es alejarnos del motivo, nos está aislando.
Uno de los ejercicios que siempre he recomendado es fijar el zoom a la mínima distancia focal que os permita. Imaginemos que trabajamos con un 24-70 o mejor aun, un 35-105mm. Lo fijamos a 35 mm. con cinta aislante, cinta americana, o cualquier otra cosa que se os ocurra. Esto os obligará a andar, a acercarse al motivo. Pensar en una imagen realizada con el 105 mm., o es más, hacerla. Y ahora intentar hacer el mismo encuadre con el 35 mm. esto, evidentemente supondrá que avancéis hasta el lugar de los hechos.
Mirad el resultado. El 105 mm. nos acerca la acción pero, como todo teleobjetivo, la independiza de nosotros y no somos partícipes de nada.
Era una acción que estaba cerca de nosotros pero de la cual nunca hemos compartido nada. Y cuando digo compartido no me refiero a que la hallamos montado, sino que la lejanía a imposibilitado compartir esa instante. Por el contrario, cuando trabajamos con el 35 mm. su focal nos obliga a “vivir” cercanamente esa fracción de segundo que hemos decidido fijar y en general, la imagen será mucho más interesante.
Habituarse a trabajar con lentes cortas nos abre un abanico de lenguajes visuales que nunca nos ofrecerá un teleobjetivo, aunque tenga una distancia focal corta. Existen muchas modalidades fotográficas en las que este tipo de lentes tienen su espacio vital pero en el reportaje, pocas ópticas y cercanas entre ellas.
Muchos aficionados a la fotografía me han mostrado orgullosos sus bolsas repletas de objetivos como si eso fuera la solución a todos los problemas que puedan enfrentarse, fotográficamente hablando, y nada más lejos.
Con dos ópticas tendríamos que tener suficiente para abordar cualquier tema social. Personalmente me inclino por los equipos compuestos por un 28mm y un 50mm. o bien un 24mm, un 35mm y un 50 mm. Con estas tres ópticas podríamos dar la vuelta al mundo y si tuviera que quedarme con solo una, estaría entre el 35mm o bien el 50 mm.
El mero hecho de trabajar con ópticas con distancias focales cercanas nos ofrecerá algo que no debemos olvidar al elaborar un reportaje, la coherencia visual de lo que estamos contando. Pero esto merece un capítulo aparte, para mi de los más importantes en el mundo de la fotografía documental, que abordaré en otro momento.
Otro ejercicio es fijarse en una persona que esté en la calle, un bar, en casa, da igual, donde estemos. Nos ponemos la cámara en la cara como si la fuéramos a fotografiar y avanzamos hasta que ella se gire advirtiendo nuestra presencia. Parece una tontería, ¿no? Puede, pero recuerdo cuando disparábamos con película y para pasar el rato, iba calculando la luz que había allá por donde pasaba, luego lo comprobaba con el fotómetro de mano como si este fuera la máquina de la verdad. Era un simple pasatiempo pero al final el porcentaje de acierto era realmente alto.
Con este ejercicio de acercamiento comprobaréis que poco a poco, vamos perdiendo metros respecto a nuestra “presa”.
Y para acabar un consejo que realmente funciona, y mucho. Imaginar que estáis en un bar, os acercáis a fotografiar una persona, miráis por el visor y comprobáis que su cara está cambiando por momentos, vamos que os saltará a la yugular en segundos, hacemos la foto pero al bajar la cámara de nuestro rostro, nunca miréis a la persona fotografiada, mirar detrás de ella, como si hubiera alguien más. Mirar lo fotografiado es un acto inconsciente que siempre hacemos y que nos delata rápidamente. Mirando lo no fotografiado, el sujeto en cuestión os mirará y mirará hacia atrás, y ante la duda llegará ese momento de poner pies en polvorosa.
Suerte.
Fuente: http://www.thewside.com/