A finales del siglo XIX, cuando la fotografía era un magnífico complemento de trabajo para los artistas plásticos y estaba considerada como un entretenimiento agradable para las clases altas, los niños y las niñas empezaron a convertirse en modelos habituales de las cámaras. Lewis Carroll, el autor de Alicia en el país de las maravillas, reunió una colección de 700 fotografías de niñas que él mismo retrataba; el famoso ilustrador checo Alphonse Mucha recurría a sus hijos como modelos para sus carteles; la estadounidense Gertrude Kasübier, el alemán Heinrich Zille y el francés Eugéne Atget también incluyeron a niños en algunas de las placas que hoy son consideradas obras maestras de la fotografía.

Frente a estas visiones de una infancia ingenua e inocente de los artistas europeos, en Estados Unidos los niños fueron protagonistas destacados de una nueva fotografía, la que desarrollaron Jacob A. Riis -autor de How the Other Half Lives (1890) y The Chiildren of the Poor (1892),donde denunciaba la miseria en que vivían las familias inmigrantes de Nueva York -y Lewis W. Hine, cuyas imágenes sobre el trabajo infantil en los campos de algodón, las minas y las industrias impulsaron reformas legislativas y marcaron un hito en la historia de la fotografía Sociólogo de formación, Hine advirtió la fuerza de la imagen como motor de cambio social. Escribió Social Photography: How the Camera May Help in Social Uplift (1909) y apoyó los movimientos que, tras el impacto de la Revolución Rusa, pretendieron utilizar la fotografía como un instrumento de denuncia y de cambio. Las imágenes de niños explotados o viviendo en condiciones extremas de pobreza de Riis y Hine constituyen el pilar de la fotografía social, de la que se ocupó a partir de 1928 la Photo League, grupo al que perteneció el propio Hine. Algunos fotógrafos de la Farm Security Administration (organismo dependiente del ministerio de agricultura estadounidense), y en particular Dorothea Lange, registraron las penurias de las familias desplazadas en las zonas rurales de Estados Unidos durante la Gran depresión. El excelente trapajo documental resultante presta una atención destacada al mundo de la infancia.

Un tanto olvidados por las vanguardias, los niños volvieron a protagonizar imágenes en los semanarios ilustrados europeos a partir del trabajo de una nueva generación de reporteros. Entre ellos se contaba el polaco de origen judío David Szymin, más conocido como David Seymour o “Chim”. La expansión del fascismo y el ascenso del antisemitismo afectaron profundamente a su familia, que lo envió a estudiar a París para resguardarlo de las amenazas que se cernían sobre Varsovia. En 1935, con el agravamiento del antisemitismo, afectado por la nostalgia y el dolor de la separación, Seymour empezó a incluir a los niños en sus fotografías. “Chim” captó la inocencia infantil en la Guerra Civil española y más tarde en México, a donde llegó siguiendo a los refugiados españoles que emigraron en 1939 desde Francia a bordo del S.S. Sinaia. En 1948 decidió ayudar a la UNICEF a concienciar a los vencedores sobre la dramática situación de millones de niños huérfanos, mutilados, desamparados y sin hogar-, que sobrevivían entre las ruinas de Alemania, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Austria, Italia y Grecia. Buena parte -47 fotografías- de aquel trabajo fotográfico quedó recogido en el libro Children of Europe (1949), un recordatorio permanente de los estragos que las guerras causan en la infancia.

Al igual que para Seymour, también para W. Eugene Smith, experimentado reportero de guerra estadounidense, la guerra era un enorme crimen contra la humanidad y, sobre todo, contra los niños. Víctima en Okinawa de una explosión de mortero, Smith había observado en la batalla de Saipán los efectos de la guerra sobre inocentes criaturas. Las heridas físicas y morales lo tuvieron apartado de la fotografía un largo tiempo, en el que se replanteo su trabajo. Después de una recuperación de dos años abandonó definitivamente la fotografía de guerra y apostó por hacer reportajes en los que el ser humano mantuviera su dignidad. Como se puede observar en su fotografía Un paseo por el jardín del Paraíso (1946) -incluida en este libro y una de las primeras que hizo tras su larga convalecencia-, la imagen de los niños adquirió para el fotógrafo un valor catártico. A partir de entonces la infancia ocupó un lugar preferente en sus ensayos fotográficos. Considerado uno de los fundadores de la fotografía humanista, las imágenes de niños de Smith aluden a la inocencia, y la generosidad de la infancia y constituyen, en sus sombríos encuadres, un rayo de esperanza y la promesa de un futuro mejor.

Son los alegres y pobres niños de los suburbios de París los que dotan a las fotografías del francés Robert Doisneau de su extraordinaria vitalidad. Miembro del Grupo de los XV, un colectivo que plasmó el París de después de la Segunda Guerra Mundial, Doisneau pasó su infancia en Gentilly, un lugar especialmente feo de las afueras de París, pero que servía de desafío de los seres humanos según sus propias palabras. Las experiencias de aquellos primeros años, en los que perdió a su madre, convirtieron a Doisneau en un inconformista amante de la libertad, la cual halló, primero, en los descampados de Gentilly y, luego, en la fotografía de las calles y los tipos callejeros de París. A pesar del tono nostálgico que la pátina del tiempo ha depositado en sus fotografías, sus escenas con niños desprenden aún una gran fuerza y evocan la alegría de vivir. Representante como Doisneau de la vertiente más vital de la corriente humanista, Alfred Eisenstaedt ha sido uno de los fotógrafos más prolíficos del siglo pasado. Su cámara captó a grandes protagonistas de la política, el arte y las finanzas, pero también se detuvo a menudo en el mundo de la infancia.

El último de los fotógrafos incluidos en este libro es Steve McCurry. Considerado un excelente retratista de calle, en 1999 publicó Portraits, que contiene numerosos retratos de niños del Tercer Mundo tomados a lo largo de sus muchos viajes. El fotógrafo estadounidense ahonda a través del retrato en la condición humana y, en sus propias palabras, en “los lazos humanos existentes entre todos nosotros”. Su instantánea de una adolescente afgana refugiada en un campo de Pakistán, Portada del National Geographic en 1984, está considerada un icono visual del siglo XX. Durante más de décadas McCurry ha colaborado en esta reputada revista.

 

La niña con hojas muertas by Éduard Boubat – Luxemburgo – 1946

Un paseo por el jardín del Paraíso by W. Eugene Smith – Estados Unidos – 1946

Juanita by W. Eugene Smith – Estados Unidos – 1950

Zapatos nuevos by David Saymour – Oxia (Grecia) – 1947

Niño desplazado by David Saymour – Viena – 1948

Niño movilizado by David Saymour – Frontera entre Bélgica y Alemania – 1947

Entre las ruinas by David Saymour – Viena – 1948

Elauterio Curiel by W. Eugene Smith – Deleitosa (España) – 1950

En plena guerra by W. Eugene Smith – Islas Marianas – 1944

Teresa by David Saymour – Otwock (Polonia) – 1948

Horror atómico by Alfred Eisenstaedt – Japón – 1945

En las montañas de Blue Ridge by W. Eugene Smith – Estados Unidos – 1947

A orillas del Silver Lake by W. Eugene Smith – Estados Unidos – 1950

Los Hermanos by Robert Doisneau – París – 1934

La información escolar by Robert Doisneau – París – 1956

A paso firme by W. Eugene Smith – Estados Unidos – 1950

Representación de títeres by Alfred Eisenstaedt – París – 1963

Sargento Mayor de tambores by Alfred Eisenstaedt – Estados Unidos – 1951

Las batas de la Rue de Rivoli by Robert Doisneau – París – 1978

Niño monje by Steve McCurry – Mandalay – 1995

Abrazo by Steve McCurry – Malí – 1987

A espaldas del sueño by Steve McCurry – Camboya – 1998

 

 

Robert Doisneau

(1912-1994)

Calificado como “El fotógrafo del París del siglo XX”. Doisneau nació en las afueras de la capital francesa. Se formó profesionalmente como litógrafo, y empezó a interesarse por la fotografía mientras trabajaba en un estudio de artes gráficas. Antes de dedicarse plenamente al fotoperiodismo frecuentó las academias artísticas de Montparnasse y trabajó en varios estudios de publicidad, entre ellos, el de la fábrica de automóviles Renault. Durante la ocupación alemana, colaboró con la Resistencia, y en 1944 registró la liberación de París. Sus fotografías han sido publicadas en Vague, Life, Picture Post, Fortune, Paris Match y Regards, entre otras revistas. Miembro destacado de la escuela humanista francesa, fue un fiel colaborador de la agencia Rapho.

 

W. Eugene Smith

(1918-1978)

Nacido en el Medio Oeste de Estados Unidos, en Wichita, W. Eugene Smith comenzó su carrera profesional como reportero gráfico en un periódico local. Estudió periodismo, pero abandonó la carrera para trabajar en Nueva York. Allí realizó colaboraciones en publicaciones como Life. Cubrió el frente del Pacífico para las publicaciones del grupo Ziff-Davis a bordo de un portaaviones de la armada estadounidense, que intervino en muchas batallas aliadas contra Japón hasta alcanzar Okinawa, donde resultó herido. Años más tarde, ya recuperado, W Eugene Smith regresó a la fotografía e impulsó el desarrollo del denominado «Ensayo Fotográfico» desde la revista Life, que le daría fama mundial. Nunca volvió a tomar imágenes de una guerra.

 

David Seymour

(1911-1956)

David Chim Seymour era originario de Varsovia. A los 18 años se trasladó a Leipzig para estudiar artes gráficas y fotografía. Tras trabar amistad con Robert Capa, cubrió como éste la guerra civil española. Poco después, huyendo del nazismo, se estableció en Estados Unidos y viajó con las tropas estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial. La UNICEF le encargó que documentara los efectos de la contienda sobre los niños. Con ese fin recorrió durante un decenio Italia, Hungría, Polonia, Alemania, Checoslovaquia, Austria y Grecia, y posteriormente publicó el libro “Children of Europe”. Fue uno de los fundadores de la agencia Magnum, que presidió en 1954-1956, y colaborador de las revistas Vu, Life, Regords y CeSoir. Halló la muerte mientras cubría la guerra de Suez.

 

Steve McCurry

(1950)

El fotoperiodista Steve McCurry nació en Filadelfia (Estados Unidos).Tras trabajar durante dos años en un periódico, se estableció como free-lance y comenzó a viajar En calidad de independiente, y más adelante como fotógrafo de Magnum. Ha recorrido el mundo, especialmente Asia, dejando testimonio de sus conflictos y su realidad social. Su cobertura de la invasión rusa de Afganistán con una cámara oculta entre sus ropas le valió el Premio Robert Capa de Fotografía en 1980. Galardonado con numerosos otros premios, ha publicado en revistas tan prestigiosas como National Geographic. Excelente retratista, es conocido mundialmente por sus dos fotografías de, una misma refugiada afgana, “Sharbat Gula”, que realizó con un espacio de 17 años entre ambas.

 

Alfred Eisenstaedt

(1898-1995)

Nacido en Dirschau (en la antigua Prusia Oriental, actualmente Tczew, Polonia), en una familia de comerciantes judíos. Alfred Eisenstaedt empezó a interesarse por la fotografía mientras se recuperaba de las heridas recibidas en la Primera Guerra Mundial. En 1925, la muerte de su padre y la hiperinflación alemana acabaron con los ahorros familiares, y Eisenstaedt halló en la fotografía una salida profesional. Basándose en el estilo de Erich Salomon y Martin Munkácsi, pronto triunfó como fotorreportero. Pero, en 1935, ante el auge del antisemitismo nazi, emigró a Estados Unidos, donde trabajó para Life. Afamado retratista, en 1987 el presidente George Bush le otorgó la National Medal of the Arts. En 1993 se convirtió en el fotógrafo oficial del presidente Clinton.

Maestros de la Fotografía es una obra original de Estudi Cases, Buenos Aires (Argentina) ©2008 Estudi Cases. Todos los derechos reservados. ISBN 978-84-9899-099-7 (obra completa); 978-84-9899-109-3 (de este libro). Depósito legal TO-0012-2009. Impreso en la UE. Idea original Joan Ricart. Coordinación Mar Valls. Redacción Vicente Ponce, Joan Soriano. Diseño Susana Ribot. Maquetación Clara Miralles.