La ciudad ha ejercido desde siempre una poderosa atracción sobre la fotografía. Los grandes fotógrafos del siglo 20 -acaso porque la mayoría de ellos nació en un ambiente urbano, o tal vez porque el proceso de urbanización de la civilización occidental se consolidó en las décadas de 1930 y 1940- hallaron en las calles de las ciudades un semillero constante de inspiración. Las grandes metrópolis, en particular Nueva York y París -a ésta última se le dedica un libro completo de esta colección- han nutrido especialmente los objetivos de los maestros de la fotografía.

Si Eugène Atget sobresale entre los precursores de la fotografía urbana en Europa -primero por encargo y, luego por mera pasión documental, el fotógrafo francés acumuló una obra inmensa sobre el París de su tiempo- en la otra orilla del Atlántico, Alfred Stieglitz eligió la ciudad de Nueva York como su tema favorito. A principios del siglo XX, el que es considerado como “padre de la fotografía estadounidense” había impulsado el Pictorialismo en su país, movimiento surgido como oposición al fotoperiodismo y que buscaba la aproximación a la pintura. Sin embargo, en la década de 1920 Stieglitz cambió de rumbo y avaló la Straight Photography, corriente que preconizaba la fotografía directa o pura y que terminó por destronar al Pictorialismo. La Straight Photography abordó con gran acierto los paisajes urbanos y tuvo en las imágenes de ciudad del joven Paul Strand (1980-1976), a su vez gran retratista, su mejor ejemplo.

Por otra parte, los valiosos y trascendentales reportajes de contenido social y urbano de Jacob A. Riis sobre los bajos fondos de Nueva York y de de Lewis W. Hine sobre el trabajo infantil también acuñaron las señas de identidad del fotoperiodismo estadounidense. A partir de 1936, Paul Strand y Berenice Abbot, directores en Nueva York del grupo Photo League -al que se adhirieron Consuelo Kananga, Margaret Bourke -White, el fotógrafo de sucesos Weege o Henri Cartier-Bresson- tomaron el relevo de esta inquietud por plasmar la realidad social. La Photo League, que se mantuvo en actividad hasta 1951, documentó barrios y diversos aspectos de la vida urbana.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Nueva York le arrebató la preeminencia artística y cultural a París, beneficiándose de la asimilación de los talentos emigrados de Europa y de su creciente capacidad económica. La llegada de Kertész, Eisenstaedt, Erwitt y de otros maestros de la cámara enriqueció el panorama fotográfico estadounidense. Aunque París capitalizó el movimiento fotográfico más fecundo de la posguerra, la fotografía humanista, también en Nueva York ésta experimentó un importante desarrollo, especialmente a raíz de la exposición The Family of Man, organizada en 1955 en el Museum of Modern Art por el fotógrafo Edward Steichen.

La escuela humanista, también fundamentalmente urbana en sus temas y autores, aportó un estilo propio en que el “realismo poético” el humor, la infancia, el amor, los paseantes y los trabajadores, en definitiva, la vida en la ciudad, fueron los protagonistas fundamentales. Una fotografía de Alfred Eisenstaedt, el beso entre un marinero y una enfermera captado en Nueva York, en 1945, el día de la victoria aliada sobre Japón, figura entre los documentos fundacionales de esta corriente que, después de tantas atrocidades vividas, pretendía mostrar la alegría por la paz. Las imágenes de su viaje a París en 1963 demostraron hasta qué punto el intuitivo Eisenstaedt, alejado del núcleo duro del humanismo francés, estuvo impregnado de este anhelo general de esperanza, cargado de vitalismo, confianza y optimismo. Llegado a Estados Unidos en 1936 tras huir del nazismo, Eisenstaedt publicó cerca de 1.300 reportajes, la mayoría de ellos en la prestigiosa revista Life, de cuya plantilla formó parte entre 1936 y 1972.

Sin abandonar del todo las influencias surrealistas de los inicios de su carrera como fotógrafo, Henri Cartier-Bresson bebió también del humanismo -influenciado por André Kertész y Martin Munkácsi- y puso la guinda a los años de esplendor de este movimiento con su determinante libro “Images à la souvette”, publicado en 1952, donde expuso su teoría del “instante decisivo”. Incansable viajero, a lo largo de su vida el fotógrafo francés visitó metrópolis de medio mundo:

Nueva York, Londres, Ciudad de México, Shanghai, Pekín, Moscú, Delhi, Madrid, Berlín, Tokio…embellecieron ante su cámara. Estudiante de pintura y dibujo en su juventud, sus fotografías destacan en la composición y destilan a menudo notas de humor, nostalgia o ternura.

Londres ocupa un lugar destacado también en la obra de Cartier-Bresson y de Elliott Erwitt. Si el primero muestra una imagen nostálgica sobre la decadencia de la capitá británica, la metrópoli europea del siglo XX por excelencia, Erwitt ofrece una visión más ácida y socarrona, aunque sin alcanzar los planteamientos abiertamente corrosivos del estadounidense William Klein y del suizo Robert Frank, miembros de su misma generación. La capital británica cuenta a su vez con una tradición propia en la fotografía urbana, iniciada por John Thomson en Street Life in London (1877-1878) y Paul Martin en London by Gaslight (1896). Londres tuvo pronto su réplica del libro Paris de Nuit de Brassaï, cuya publicación en 1932 había marcado un antes y un después. Se trata de A Night in London (1938), y su autor fue el angloalemán Bill Brandt, un antiguo discípulo del surrealista Mar Ray. Su primer libro, The English at Home, publicado dos años antes, también se enmarcaba en la línea de los reportajes de tipos callejeros de la escuela parisina de entreguerras.

La obra del suizo René Burri, conocido sobre todo por su retrato del Che fumando un puro en su despacho ministerial de La Habana, abarca desde el reportaje de guerra al retrato de artistas y personalidades. En 1960, en una estancia de seis meses en América Latina, visitó Argentina y Brasil. En este último país realizó una destacada serie fotográfica sobre Sáo Paulo.

Por último, el más joven de los fotógrafos seleccionados en este libro, Bruce Gilden, eligió a los habitantes de Nueva York como protagonistas de su obra. Influenciado claramente por el cine negro americano, sus primeros planos generan retratos de gran fuerza y originalidad. Por la proximidad con que tomas las imágenes –“cuanto más viejo soy, más me acerco”, confiesa- en muchos de sus retratos queda plasmada la sorpresa, desconfianza o angustia de sus personajes.

Obreros en lo alto del Empire State by Lewis W. Hine – Nueva York – 1939

Paisaje urbano by Elliott Erwitt, Tejas – 1963

Downtown by Henri Cartier-Bresson – Nueva York – 1947

Säo Paulo a vista de pájaro by René Burri – Brasil – 1960

Hyde Park by Henri Cartier-Bresson – Londres – 1937

Escolares de Kensington by Henri Cartier-Bresson – Londres – 1955

Coronación del rey Jorge VI by Henri Cartier-Bresson – Londres – 1937

Buckingham Palace by Elliott Erwitt – Londres – 1978

Vendedor de diarios by René Burri – Buenos Aires – 1960

Día de la Victoria by Alfred Eisenstaedt – Nueva York – 1945

Pelea callejera by Elliott Erwitt – Nueva York – 1950

De punta en blanco by Bruce Gilden – Nueva York – 1986

Por sorpresa by Bruce Gilden – Nueva York – 1984

Quinta Evenida by Bruce Gilden – Nueva York – 1995

Una calle de Calcuta by Bruce Gilden – India – 1998

Ciudad de México by Henri Cartier-Bresson – México – 1934

Bankside by Henri Cartier-Bresson – Londres – 1955

Conet Island by Henri Cartier-Bresson – Nueva York – 1946

Felix, Gladys y Rover by Elliott Erwitt – Nueva York – 1974

Estación de tren by Alfred Eisenstaedt – Nueva York – 1943

La Bolsa by Henri Cartir-Bresson – Londres – 1955

De noche by Elliott Erwitt – Nueva York – 1984

 

Henri Cartier-Bresson

(1908-2004)

Inicialmente dedicado a la pintura, el francés Cartier-Bresson publicó su primer reportaje gráfico en 1932 en la revista Vu. Más tarde trabajó para Life y Paris-Match, y en el cine como ayudante de Jean Renoir. Movilizado, cubrió la Segunda Guerra Mundial para el ejército francés y cayó prisionero de los nazis, de los que logró huir tras 36 meses de reclusión y dos intentos fallidos de fuga. Fundador de Magnum en 1947-junto con Capa, Seymour y Rodger-, realizó para la célebre agencia reportajes en numerosos países del mundo. En 1952 se consagró con Images à la souvette (prologado por él mismo con su doctrina sobre “el instante decisivo”). En 1970 abandonó la fotografía para volver a la pintura y el dibujo, a las que se dedicó hasta su muerte, en 2004.

 

Elliott Erwitt

(1928)

Hijo de emigrantes rusos, nació en París y vivió en Milán hasta que su familia se trasladó a Estados Unidos en 1939, huyendo del fascismo. Elio Romano Ervitz –su verdadero nombre- se dedicó en sus inicios al retrato. En 1953 entró en Magnum como colaborador y presidió la agencia entre 1966 y 1969. Son mundialmente conocidas sus series monográficas sobre perros, edificios de Estados Unidos y Marilyn Monroe, entre otras. Fue nombrado fotógrafo de la Casa Blanca y colaboró en las revistas Look, Life y Holiday. A lo largo de toda su carrera ha realizado numerosos trabajos en moda y publicidad. También ha dirigido varios documentales y películas de cine, y producido programas de televisión.

 

Alfred Eisenstaedt

(189-1995)

Nació en Dirschau (en la antigua Prusia Oriental, actualmente Tczew, Polonia), en una familia de comerciantes judíos, Alfred Eisenstaedt empezó a interesarse por la fotografía mientras se recuperaba de las heridas recibidas en la Primera Guerra Mundial. En 1925, la muerte de su padre y la hiperinflación alemana acabaron con los ahorros familiares, y Eisenstaedt halló en la fotografía una salida profesional. Basándose en el estilo de Erich Salomon y Martín Munkácsi, pronto triunfó como fotorreportero. Pero, en 1935, ante el auge del antisemitismo nazi, emigró a Estados Unidos, donde trabajó para Life. Afamado retratista, en 1987 el presidente George Bush le libró la National Medal of the Arts. En 1993 se convirtió en el fotógrafo oficial del presidente Clinton.

 

René Burri

(1933)

Fotógrafo y cineasta suizo, Burri cursó estudios en la Escuela de Artes Decorativas de su ciudad natal, Zurich. Entre 1953 y 1955 rodó varios documentales y fue ayudante de cámara de Ernst Heininger. Tras publicar un reportaje fotográfico sobre niños sordomudos en Science et vie, revistas como Stern, Life, Look y Fortune le abrieron sus puertas. Miembro de la agencia Magnum desde 1959, en sus viajes por todo el mundo ha cubierto los grandes acontecimientos de la segunda mitad del siglo XX, como la Revolución Cubana y el conflicto de Vietnam. Entre sus más de veinte libros publicados destacan Los alemanes y Cuba y Cuba. La Maison Européenne de la Photographie de París programó una gran retrospectiva sobre la obra de Burri en 2004-2005.

 

Bruce Gilden

(1946)

Fotógrafo neoyorquino, su infancia en el barrio de Brooklyn estimuló su capacidad de observación de los habitantes de Nueva York, principales protagonistas de su obra. Gilden empezó estudiando sociología, pero su interés por la fotografía se disparó al ver la película Blow Up de Michelangelo Antonioni y comenzó a tomar clases nocturnas en la New York School of Visual Arts. Se autodefine como un fotógrafo callejero. En su primer gran proyecto se concentró en fotografiar Coney Island, la famosa playa de su ciudad. Le siguieron trabajos sobre el carnaval (Mardi Gras) de New Orleans; Haití y el vudú; la cara oscura de Japón; la Irlanda rural. En 1996 obtuvo el European Publishers’Award for Photography. En 1998 entró a formar parte de la agencia Magnum.

Maestros de la Fotografía es una obra original de Estudi Cases, Buenos Aires (Argentina) ©2008 Estudi Cases. Todos los derechos reservados. ISBN 978-84-9899-099-7 (obra completa); 978-84-9899-109-3 (de este libro). Depósito legal TO-0012-2009. Impreso en la UE. Idea original Joan Ricart. Coordinación Mar Valls. Redacción Vicente Ponce, Joan Soriano. Diseño Susana Ribot. Maquetación Clara Miralles.