Entre 1939 y 1975, España sufrió la dictadura del general Franco, uno de los períodos más crueles, tristes y dilatados de su historia. Marcado por una sangrienta represión y un implacable régimen de terror, tuvo en la Guardia Civil a su más conspicuo agente, al tiempo que la Iglesia Católica sometía la vida privada a los dictados de una beatería retrógrada y mojigata. Aislado diplomáticamente tras la Segunda Guerra Mundial, la Guerra fría acudió en auxilio del régimen franquista, en quien Estados Unidos encontró un servicial aliado contra el comunismo. Gracias al reconocimiento internacional y las inversiones extranjeras, los españoles abandonaron en los años ,60 y 70 la miseria de las dos décadas anteriores, pero siguieron sin libertades civiles y políticas. Una férrea censura y un asfixiante dirigismo controlaban toda actividad cultural y artística. La fotografía no fue una excepción. El franquismo encontró en el trasnochado Pictorialismo, enquistado en las conservadoras sociedades fotográficas, la estética que mejor se acomodaba a la exaltación de los “valores patrios de la fe y la raza”. Mientras las fotografías de José

Ortiz Echagüe y los retratos «imperiales» de Jalón Ángel eran los modelos impuestos por la estética oficial, la labor de fotorreporteros como Carlos Pérez de Rozas Massdeu, Juan Antonio Avilés, Hermes Pato, Martín Santos Yubero, Pedro Menchón, Federico Vélez, Jaume Calafell, Hermenegildo Vallvé o los Botán era menospreciada y quedaba restringida a actos oficiales, acontecimientos deportivos y corridas de toros.

En la década de 1950, España se convirtió en objetivo de una larga nómina de fotógrafos extranjeros que, aunque no pudieron eludir los tópicos románticos, denunciaron las duras condiciones de vida de la población que los reporteros españoles tenían prohibido reproducir. Mientras en Washington se debatía la concesión de ayudas a España, el creador del «ensayo fotográfico”; W. Eugene Smith, publicaba el 9 de abril de 1951 en Life uno de los reportajes más duros que se realizaron contra el régimen de Franco. El fotógrafo había pasado dos meses en España y había documentado la minería y el atraso en que vivían las 2.650 almas de deleitosa, una localidad agrícola de Cáceres.

Entre el 11 de junio y el 7 de julio de 1950, Smith hizo fotografías y preguntas sobre la vida cotidiana de los habitantes de Deleitosa; entrevistó al alcalde, al párroco, al médico, a la comadrona y a una maestra, y obtuvo la colaboración de las familias Curiel-Montero, pastores, y Larra-Cerezo, agricultores. Pese alas facilidades iniciales, su trabajo despertó los recelos de las autoridades y Smith atemorizado por la Guardia Civil, abandonó España. Bajo el título Spanish Village (“Aldea española»), el reportaje, uno de los trabajos fotográficos más importantes del siglo XX, se consagró internacionalmente. La censura franquista prohibió e impidió durante años su difusión en España. A diferencia de las de Smith, las imágenes que Henri Cartier-Bresson captó en la España franquista carecieron de la brillantez y originalidad de las tomadas en su primera visita al país en tiempos de la República. No obstante, la instantánea de los seminaristas, incluida en su álbum Los europeos (1955), refleja -fielmente aquella España que olía a cuartel y sacristía, y que también fotografiaron Inge Morath y Brassaï.

Como ocurrió en otros campos de la creación literaria y artística, a mediados de los 50 una nueva generación de fotógrafos españoles abandonó el esteticismo oficial y emprendió una profunda renovación, que se plasmó en su predilección por el documentalismo social y la libertad de estilo. Los jóvenes fotógrafos hallaron en el Neorrealismo italiano y en el catálogo de la magna exposición fotográfica The Family of Man (1955) los estímulos para una singladura modernizadora, que tuvo en Almería, Barcelona y Madrid sus epicentros. La pequeña Agrupación Fotográfica Almeriense publicó entre 1956 y 1963 la revista AFAL, dirigida por Carlos Pérez Siquier y José María Artero, que se convirtió en una referencia indispensable de la modernidad fotográfica. Sus páginas defendían la captación de la realidad sin maquillajes, y divulgaron los trabajos de profesionales extranjeros y españoles. En su vocación por “normalizar” la fotografía en España, AFAL fue un fenómeno de alcance nacional -agrupó a la mayoría de los Jóvenes fotógrafos españoles- e internacional.

En Barcelona, Francesc Catalá-Roca había emprendido en solitario el mismo camino a principios de la década. Referencia ineludible en la historia de la fotografía española, ejerció de puente entre la vanguardia de los años 30 y los jóvenes renovadores. Considerado un pionero incluso por los de su poropia generación, Catalá-Roca empezó a retratar la sociedad española bajo la misma mirada de ironía positiva empleada por su admirado Cartier-Bresson Su estilo y su trabajo precedieron a la ruptura que Leopoldo Pomés, Ramón Masats, Xavier Miserachs, Ricard Terré, Oriol Maspons y Julio Ubiña, entre otros, protagonizaron de 1955 a 1958 en la vetusta Agrupación Fotográfica de Barcelona, y que abrió el camino a Francisco Ontañón, Colita, Joan Colom y Toni Catany.

Con una actitud menos radical que en Barcelona, Gabriel Cualladó, Francisco Gómez, Leonardo Cantero, el pintor Rubio Camín y los barceloneses Francisco Ontañón y Ramón Masats fundaron en Madrid el grupo La Palangana, al que se adhirieron Juan Dolcet, Gerardo Vielba, Rafael Romero, Gonzalo Juanes y Fernando Gordillo, miembros de la llamada Escuela de Madrid.

En este panorama de abierta colaboración profesional y generacional, Ramón Masats es otro nombre ineludible en el panorama de la fotografía española de los años 50 y 60. Autodidacta, dotado de un gran instinto y espíritu transgresor, sus reportajes Neutral Corner (1962), sobre el marginal mundo del boxeo, y Los sanfermines (1963), alejados definitivamente del lenguaje académico, tuvieron un gran impacto y despertaron una enorme admiración. Abocado al reporterismo puro, Masats devolvió a este género el prestigio que había adquirido en los años 30.

Josef Koudelka ilustra de nuevo la visión de un reportero extranjero sobre la España de Franco, esta vez en los años 70. Atraído por las demostraciones de folclore popular, el singular fotógrafo checo muestra dos instantáneas de la Semana Santa andaluza. Protagonizadas por niños, ambas imágenes reflejan con ironía la pérdida de la lóbrega solemnidad que décadas antes presidía una demostración de fervor popular con la que la dictadura pretendió identificarse.

Guardia Civil, Deleitosa, Cáceres by W. Eugene Smith, 1950

Catequesis, Toledo by Ramón Masats, 1960

Jugando a la pelota, Benicássim, Castellón by W. Eugene Smith, 1950

La Hiladora, Deleitosa, Cáceres by W. Eugene Smith, 1950

Escena familiar, Deleitosa, Cáceres by W. Eugene Smith, 1950

Velatorio, Deleitosa, Cáceres by W. Eugene Smith, 1950

Séquito fúnebre, Madrid by Henri Cartier-Bresson, 1953

Seminaristas de paseo, Burgos by Henri Cartier-Bresson, 1953

Mujer pintando el suelo, Tomelloso, Ciudad Real by Ramón Masats, 1960

El piropo, Sevilla by Francesc Catalá-Roca, 1962

Gran Vía de MAdrid by Francesc Catalá-Roca, 1952

Esperando el Gordo, Madrid by Francesc Catalá-Roca, 1953

Publicidad, Barcelona by Francesc Catalá-Roca, 1953

Visita al Barrio Chino, Barcelona by Francesc Catalá-Roca, 1952

Gitanilla, Barcelona by Francesc Catalá-Roca, 1950

Seminario de las Vistillas, Madrid by Ramón Masats, 1960

En sus rincones, Madrid by Ramón Masats, 1962

Aprendices de torero, Andújar, Jaén by Ramón Masats, 1960

Fiesta de San Hermenegildo, Alquife, Granada by Josef Koudelka, 1971

Semana Santa, Andalucía by Josef Koudelka, 1975

Semana Santa, Sevilla by Josef Koudelka, 1973

 

Henri Cartier-Bresson

(1908-2004)

Inicialmente dedicado a la pintura, el francés Cartier-Bresson publicó su primer reportaje gráfico en 1932 en “Vu”. Más tarde trabajó para Life y Paris-Match, y en el cine como ayudante de Jean Renoir. Movilizado como fotógrafo cayó prisionero de los nazis, de los que logró huir tras 36 meses de reclusión y dos intentos fallidos de fuga. Fundador de Magnum en 1947 –junto con Capa, Seymour y Rodger-, realizó reportajes en numerosos países del mundo. En 1952 se consagró con “lmages á la sauvette” (prologado por él mismo con su doctrina sobre «el instante decisivo»). En 1970 abandonó la fotografía para volver a la pintura y el dibujo, a los que se dedicó hasta su muerte, en 2004.

 

W. Eugene Smith

(1918-1978)

Nacido en la ciudad de Wichita, en el Medio Oeste de Estados Unidos, W Eugene Smith se inició como reportero gráfico en un periódico local. Estudió periodismo, pero abandonó la carrera para trabajar en Nueva York, donde empezó a colaborar en la revista Life. Cubrió el frente del Pacífico para las publicaciones del grupo Ziff-Davis a bordo de un portaaviones de la armada estadounidense, que intervino en muchas batallas hasta alcanzar Okinawa, donde Smith resultó herido. Ya recuperado, el fotógrafo concibió para la Life el «ensayo fotográfico» que le daría fama mundial. Nunca volvió a tomar imágenes de una guerra.

 

Francesc Catalá-Roca

(1922-1998)

Nació en Valls (Tarragona) y aprendió a manejar la cámara junto a su padre, el prestigioso fotógrafo Pere Catalá Pic, quien, además, lo introdujo en las corrientes artísticas de vanguardia. En 1948 se independizó profesionalmente de su padre y apostó por la fotografía documental, directa y sin manipulaciones. Fue colaborador y amigo de artistas, como Dalí y Miró, testigo de iniciativas renovadoras como la del «Grupo R» de arquitectura, realizador de cine documental y viajero empedernido. Aunque publicó en diarios y revistas, se le conoce por ilustrar con sus fotografías cerca de 60 libros, entre los que destacan Barcelona (1954), Cuenca (1956), Tauromaquia (1962) y Madrid (1964). En 1973 abandonó la fotografía en blanco y negro por la de color.

 

HRamón Masats

(1931)

Fotorreportero catalán nacido en Caldes de Montbui (Barcelona), compró su primera cámara durante el servicio militar. En 1955 ingresó en la Agrupación Fotográfica de Cataluña, donde,junto con Xavier Miserachs, Oriol Maspons y Ricard Terré, avaló el valor intrínseco delfotoperiodismo,desyreciado por el academicismo oficial. Integrante de laA fal, en 1957 empezó su colaboración con el semanario La Gaceta Ilustrado y formó parte de los fundadores del colectivo Lo Palangana en Madrid. Aunque su libro Los San fermines (1963) tuvo una gran repercusión y le valió ser considerado el primergran reportero de su generación y uno de los renovadores de la fotografía española en los años 50, en 1965 la abandonó para dedicarse al cine y a la televisión. En 1981 retomó su carrera fotográfica.

 

Josef Koudelka

(1938)

Natural de una pequeña localidad morava, este profesional checo fue ingeniero aeronáutico antes de dedicarse ala fotografía. Tras unos primeros trabajos de carácter experimental se dedicó a la fotografía de piezas teatrales antes de decantarse por el documentalismo social, en el que sobresalió por su trabajo sobre los gitanos. En 1970, dos años después de fotografiar los sucesos de la Primavera de Praga, abandonó Checoslovaquia y vivió exiliado en Londres y París. Miembro de la agencia Magnum desde 1974, se ha dedicado a viajar por Europa y otros continentes recogiendo estampas inquietantes de la marginación y de la vida diaria. A partir de los años 90 su trabajo se ha orientado hacia la fotografía de parajes desolados, captados con cámaras panorámicas.

Maestros de la Fotografía es una obra original de Estudi Cases, Buenos Aires (Argentina) ©2008 Estudi Cases. Todos los derechos reservados. ISBN 978-84-9899-099-7 (obra completa); 978-84-9899-109-3 (de este libro). Depósito legal TO-0012-2009. Impreso en la UE. Idea original Joan Ricart. Coordinación Mar Valls. Redacción Vicente Ponce, Joan Soriano. Diseño Susana Ribot. Maquetación Clara Miralles.