En 1939 comenzaba la Segunda Guerra Mundial, el conflicto bélico más devastadory sangriento de toda la historia, que se cobraría la vida de 60 millones de personas. Tras el preludio de la Guerra Civil española, la política expansiva del nazismo alemán cabalgó a lomos de un agresivo militarismo que asestó su primer golpe en 1938, con la anexión de Austria y Checoslovaquia.

Ni las democracias europeas ni los mecanismos de prevención de conflictos concebidos por la Sociedad de Naciones pudieron frenar la escalada de Adolf Hitler: La invasión de Polonia en septiembre de 1939 certificó el fracaso de la política de apaciguamiento y condescendencia de Francia y el Reino Unido. Italia, bajo la disciplina fascista de Mussolini, se convirtió en el más fiel aliado de Alemania junto a Japón, que implantó su propia lógica del terror en Asia y el Pacífico.

El poder de las imágenes no pasó inadvertido a los aparatos propagandísticos de las potencias que entraron en guerra en 1939. Los nazis, grandes maestros en esas lides, se hicieron acompañar por sus fotógrafos e hicieron creer a sus ciudadanos que Europa estallaba de alegría al paso de sus tropas. Con la entrada en 1941 de soviéticos y estadounidenses en el conflicto, el fotoperiodismo bélico se afianzó definitivamente como un género en sí mismo, capaz de contar historias con imágenes obtenidas directamente en los escenarios de batalla.

Robert Capa, quien ya trabajaba para la revista Life, acompañó a las tropas de Estados Unidos desde el Norte de África hasta el desembarco de Normandía en 1944. El fotógrafo húngaro desembarcó en la playa de Omaha, una de las más castigadas por las defensas alemanas, junto a las tropas de asalto estadounidenses; y con las explosiones de los morteros sobre su cabeza y las ráfagas de ametralladora silbando a su alrededor, disparó tres rollos de película con sus dos cámaras Contax, que registraron el acercamiento, la salida de la lancha de desembarco y la lucha en tierra. No obstante, de las 72 fotos que sacó el «Día D» sólo se pudieron publicar once. La revista arguyó que Capa, muy nervioso, Había tomado las fotos «ligeramente fuera de foco». El fotógrafo utilizó esta expresión como título de su autobiografía, en la que aprovechó para demostrar que, a pesar de haber desembarcado con las tropas y de tomar fotos desde el suelo y bajo fuego cruzado, ninguna estaba fuera de foco. Actualmente se admite que la mala calidad de las imágenes hechas por Capa en el desembarco de Normandía se debió al error de un auxiliar del laboratorio de revelado. Otro de los fotógrafos presentes en este libro, W. Eugene Smith, realizó su trabajo desde un portaaviones de la Armada estadounidense en la interminable campaña del Pacífico, donde se sucedieron casi tantas batallas como islas separan el camino de Hawai hasta Japón. Tras conseguir el permiso necesario, Smith consiguió participar en los raids aéreos, y en un deseo de ir más allá, acompañó a los marines en el fragor de la batalla hasta que resultó gravemente herido por la explosión de un mortero en la batalla de Okinawa. Además de las heridas fiísicas -perdió la vista de un ojo-, la guerra dejó profundas secuelas morales en el fotógrafo estadounidense Smith, convencido de que los seres humanos tienen derechos pero también responsabilidades, se convirtió en un acérrimo pacifista y un furibundo anti-militarista.

La fotógrafa Lee Miller, que fue ayudante del surrealista Man Ray en el París de los años 30, debutó en el -otoperiodismo bélico cubriendo los bombardeos de Londres para la revista Vogue. Posteriormente, junto al fotógrafo de Life David E. Scherman, pisó Francia un mes después del desembarco en Normandía. Siguió a las tropas de su país en su avance hacia el interiory registró la liberación de París, la campaña de Asacia y la ocupación de Alemania, donde, al igual que otra reportera estadounidense, Margaret Bourke Wnite, plasmó el suicidio de cargos nazis. Miller fue también testigo del correr descubierto por los aliados en los campos de concentración de Dachau y Bucnenwald. No fue, sin embargo, la única. Las fotografías tomadas y sustraídas más tarde por Francesc Boix, un republicano barcelonés cautivo y destinado a los laboratorios fotográficos de las SS en el campo de Mautnausen, sirvieron para condenar a los altos jerarcas del Tercer Reich en los juicios de Núremberg. La barbarie cometida por los nazis en los campos de exterminio marcó también la vida de otros fotógrafos: tras documentar las atrocidades de Berger-Bensen, el británico George  Rodger -uno de los fundadores de Magnum- prometió no cubrir nunca más una guerra.

El Soviético Yevgeni Khaldei siguió al Ejército Rojo desde 1941 a 1945: empezó su trabajo en el Ártico y lo concluyó cubriendo la conferencia de Potsdam. Inspirándose en la fotografía de los marines en Iwo Jima de Jope Rosenthal -quien saltó a la fama mundial con esta imagen-, Khaldei orquestó una instantanea en el Reichstag de Berlín para mayor gloria de las tropas soviéticas: convenció a dos soldados de izar una bandera roja hecha por su tío a partir de un mantel. La imagen, que dio la vuelta al mundo, fue retocada para eliminar varios relojes que delataban los saqueos en Berlín y para incluir humo en el horizonte y crear un efecto de batalla cuando Hitler ya había muerto. Además de Khaldei, otros fotógrafos de los servicios de propaganda del ejército soviético, como Max Alpert, Dmitri Baltermants, Boris Ignatovich, Boris Kudoyarov, Nikolaï Petrov, Giorgi Petrussov o Giorgi Zelma, registraron en fotografías de gran calidad técnica y dramatismo los momentos claves de la «Gran Guerra Patria»- nombre que dan los soviéticos a la guerra contra la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial- como la defensa de Stalingrado y el posterior avance de las tropas soviéticas hacia Berlín.

Durante el conflicto, el gran fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson cayó preso de los nazis y pasó tres años internado en un campo de concentración. Sin embargo, logró huir y llegó a tiempo de fotografiar -junto con otros compañeros de profesión como Robert Doisneau- la liberación de París en 1944 y el regreso a sus hogares de los trabajadores franceses deportados por los nazis a las fábricas de Alemania. Las escenas que estos destacados fotógrafos presenciaron en esos años fueron de tal intensidad que ninguno quiso volver a cubrir un conflicto bélico salvo Capa, quien en los años 50 estuvo en la guerra de indochina y murió al estallarle una mina. Sus trabajos permiten, más de 60 años después, entender mejor los acontecimientos de aquel entonces.

La fotógrafa Lee hfiller toma un baño en la casa de Hitler en Múnich, tras la caída del Tercer Reich (David E. Scherman,1945)

La misma foto pero imaginándonos un poco como fue ese Baño

Soldados soviéticos en Munrmansk, URSS by Yevgeni Khaldei, 1941

Despedida de un marino, Islas Marshall by W. Eugene Smith, 1944

Aviones soviéticos, URSS by Yevgeni Khaldei, mayo de 1944

Playa de Omaha, Normandía, Francia by Robert Capa, 6 de junio de 1944

Niño y soldado, Islas Marianas by W. Eugene Smith, junio de 1944

Soldado bebiendo, Islas Marianas by W. Eugene Smith, junio de 1944

Colaboracionista, Chartres, Francia by Robert Capa, 1944

Plaza del Hôtel de Ville, París, Francia by Robert Capa, 26 de agosto de 1944

Liberación de París, Francia by Henri Cartier-Bresson, agosto de 1944

La huida nazi, París, Francia by Henri Cartier-Bresson, agosto de 1944

Batalla de Budapest, Hungría by Yevgeni Khaldei, febrero de 1945

Niños en un campo de refugiados, Alemania by Henri Cartier-Bresson, abril de 1945

Refugiados en un tren, Alemania by Henri Cartier-Bresson, abril de 1945

Soldado muerto, Leipzig, Alemania by Robert Capa, abril de 1945

Asalto al Reichstag, Berlín, Alemania by Yevgni Khaldei, mayo de 1945

Foto final en la cual Yevgeni Khaldei añadió posteriormente (como si se tratará de un fotomontaje), unos aviones y un tanque para darle mayor peso de ataque y derrota al Ejército Alemán.

Bandera soviética izada en el Reichstag, Alemania by Yevgeni Khaldei, 2 de mayo de 1945. En esta foto podemos apreciar como en ambas muñecas del soldado que está ayudando al que iza la bandera, aparece un reloj en cada una de ellas, algo que en la foto final de publicación (portada de este número), fue eliminado por demostrar claramente el robo y pillaje que los soldados Comunistas hicieron en Berlín y que de alguna manera quisieron tapar a toda Europa.

Batalla del Iwo Jima, Japón by W. Eugene Smith, marzo de 1945

Cadáver flotante de un SS, Dachau, Alemania by Lee Miller, abril de 1945

Suicidio nazi, Leipzig, Alemania by Lee Miller, abril de 1945

SS apalizado, campo de Buchebwald, Alemania by Lee Miller, abril de 1945

Para de autobús, berlín, Alemania by Robert Capa, agosto de 1945

 

Robert Capa

(1913-1954)

El mejor fotógrafo de guerra del mundo inició en Alemania su carrera, tras abandonar su Hungría natal. Endre Ernö Friedmann -su verdadero nombre- presentó sus trabajos en París bajo la identidad de un rico –y ficticio- norteamericano llamado Robert Capa.Contratado por la revista “Vu” cubrió la Guerra Civil española, donde empezó a fraguar su fama. Durante la Segunda Guerra Mundial siguió para la revista Life a las tropas norteamericanas en Europa. Su consagración llegó con las imágenes que logró tomar el «Día D» en Normandía. Cofundador de la agencia Magnum, murió al estallarle una mina en la guerra de Indochina.

 

Henri Cartier-Bresson

(1908-2004)

Inicialmente dedicado a la pintura, el francés Cartier-Bresson publicó su primer reportaje gráfico en 1932 en “Vu”. Más tarde trabajó para Life y Paris-Match, y en el cine como ayudante de Jean Renoir. Movilizado como fotógrafo cayó prisionero de los nazis, de los que logró huir tras 36 meses de reclusión y dos intentos fallidos de fuga. Fundador de Magnum en 1947 –junto con Capa, Seymour y Rodger-, realizó reportajes en numerosos países del mundo. En 1952 se consagró con “lmages á la sauvette” (prologado por él mismo con su doctrina sobre «el instante decisivo»). En 1970 abandonó la fotografía para volver a la pintura y el dibujo, a los que se dedicó hasta su muerte, en 2004.

 

W. Eugene Smith

(1918-1978)

Nacido en la ciudad de Wichita, en el Medio Oeste de Estados Unidos, W Eugene Smith se inició como reportero gráfico en un periódico local. Estudió periodismo, pero abandonó la carrera para trabajar en Nueva York, donde empezó a colaborar en la revista Life. Cubrió el frente del Pacífico para las publicaciones del grupo Ziff-Davis a bordo de un portaaviones de la armada estadounidense, que intervino en muchas batallas hasta alcanzar Okinawa, donde Smith resultó herido. Ya recuperado, el fotógrafo concibió para la Life el «ensayo fotográfico» que le daría fama mundial. Nunca volvió a tomar imágenes de una guerra.

 

Yevgeni Khaldei

(1917-1997)

Ucraniano de nacimiento, este fotógrafo autodidacta se fabricó su primera cámara con los anteojos de su abuela. Empleado por la agencia Tass, siguió las campañas del Ejército Rojo a partirde 1941 desde el Ártico, a tarvés de Crimea, los Balcanes, Hungría y Rumania hasta Berlín, donde hizo la famosa fotografía de un soldado que izaba la bandera roja sobre las ruinas del Reichstag. Fue despedido de la agencia en 1948 por el creciente antisemitismo que imperaba en la URSS y por la misma razón fue destituido del periódico “Pravda” en los años 70. Khaldei debió esperar al derrumbe soviético en 1991 para que su obra fuera reconocida internacionalmente.

 

Lee Miller

(1907-1977)

Al inicio de su carrera, Miller se dedicó a la fotografía documental y publicitaria. En 1929, la fotógrafa estadounidense -nacida en Poughkeepsie (Nueva York)- viajó a París, donde fue modelo, discípula y amante del surrealista Man Ray, con quien descubrió el proceso de solarización. En 1939 se trasladó al Reino Unido y comenzó a trabajar para “Vogue”, revista en la que publicó sus brillantes fotorreportajes como corresponsal de guerra durante la Segunda Guerra Mundial. Miller sobresalió también como retratista: dejó más de un millar de fotografías de su amigo Pablo Picasso -ilustró las biografías escritas por su marido, Roland Penrose, sobre el pintor y de otras personalidades célebres.

Maestros de la Fotografía es una obra original de Estudi Cases, Buenos Aires (Argentina) ©2008 Estudi Cases. Todos los derechos reservados. ISBN 978-84-9899-099-7 (obra completa); 978-84-9899-109-3 (de este libro). Depósito legal TO-0012-2009. Impreso en la UE. Idea original Joan Ricart. Coordinación Mar Valls. Redacción Vicente Ponce, Joan Soriano. Diseño Susana Ribot. Maquetación Clara Miralles.