París ha ostentado durante siglos un indiscutible liderazgo cultural en el mundo. Esta primacía alcanzó su cénit en el primer tercio del siglo XX, cuando la ciudad se erigió en laboratorio de las principales vanguardias artísticas. En sus talleres nacieron el Fauvismo, el Cubismo y el Surrealismo, éste último muy vinculado a la fotografía. Man Ray, Brassa, Boiffard, Ubac y Kertész, los fotógrafos que mayor influencia recibieron del movimiento impulsado por André Breton, experimentaron con sobre impresiones, solarizaciones, fotomontajes y con el uso de espejos y maniquíes en sus trabajos más macadamente surrealistas.

La extraordinaria vitalidad cultural de París en ese período bien puede simbolizarla el afamado cenáculo de Gertrude Stein en el número 27 de la rue de Fleurus, frecuentado por los artistas más innovadores del momento. Entre los asiduos visitantes de la escritora y mecenas estadounidense se contaban, además de literatos como Hemingway, Fitzgeraldd, Apollinaire y del polifacético Cocteau, pintores como Matisse, Picasso, Braque y Gris, y fotógrafos como Mar Ray

El estallido de la Segunda Guerra Mundial puso fin al culmen vanguardista y a la capitalidad cultutal de París. Alejada del escenario bélico, Nueva YorK, tomó el relevo beneficiándose de la emergencia de Estados Unidos como vencedor efectivo de la contienda. Muchos artistas se vieron obligados a abandonar la capital francesa antes de la ocupación nazi y refugiarse en la Gran Manzana, donde prosiguieron su carrera y contribuyeron al creciente vigor cultural neoyorquino. Este hecho no fue obstáculo para que, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, París deviniera protagonista de la fotografía humanista, que predominó durante las décadas de 1950 y 1960. Después de tantas atrocidades vividas durante la guerra, los integrantes de esta corriente artística buscaron a través del objetivo una brizna de esperanza, un motivo para olvidar, una muestra de la dignidad humana. Y como expresaba el fotógrafo francés Willy Ronis refiriéndose a los parisinos y al fin de la ocupación alemana, «ser testigo de la alegría de su libertad»

De proporcionar ese baño de agua caliente reparador se encargaron los fotógrafos humanistas del Groupe des XV, nacido en 1946. Lo formaban André Garbán, René-Jacques, Willy Ronis, Pierre Janan, Robert Doinsneau, Éduard Boubat, Marcel Bovis, Lucien Lorelle, Jean Seeberger, Emmanuel Sougez, Fran Toufferd, Philippe Pottier, Daniel Mascle,Yvonne Ghevalier y Jean Dieuzaide. Dado el escaso reconocimiento que tenía en aquel momento la fotografía, este colectivo se propuso contribuir a su consideración como arte y a su difusión, programando una exposición anual de sus integrantes en diversos espacios de la ciudac durante mas de una década.

París debe mucho a la escuela humanista, aue retrató la posguerra parisina y convirtió la ciudad en centro de la fotografía en eI Viejo Continente. La agencia Magnum estableció en la capital francesa una de sus dos sedes -la otra la avrió en Nueva York, cuando se fundño e 1947, Destacados miembros del Groupe des XV -Brassai, Doisneau y Ronis, entre otros- trabajaron, sin embargo, para Rapho, la agencia de fotografía más antigua de Francia, fundada en los años 30 y reactivada después de la guerra por Raymon Crosset, su director durante cuarenta años.

Si los disparos fotográficos dejaran señal, París sería un inmenso colador, un paisaje acribiljado en casi todos sus rincones. Desde las primeras tomas de Louis Daguerre sobre el Louvre o el boulevard du Temple, miles de fotógrafos han escrutado y desnudado la ciudad con su mirada creativa, en busqueda de la esencia parisina. La cámara de Eugéne Atget inmortalizó a sus músicos ambulantes y vendedores calleieros; Gyula Halász, de nombre artístico Brassaï, supo captar el fulgor nocturno de sus adoquines y los variopintos personajes noctámbulos que los transitaban; Willy Ronis, el París más popular y el mundo obrero; Izis (Israel Bidermanas), Las orillas del río Sena y su querido barrio de Montmartre; Édouard Boubat, la vivacidad de sus gentes y el encanto de sus parques; Robert Doisneau, la alegría de la capital liberada, con sus besos más hiermosos, y las nocnes de la bohemia…

Seleccionar a unos pocos de los incontables fotógrafos para quienes París ha sido escenario preferido es tarea complicada. No se encuentran en estas páginas, así pues, todos los que merecían estar. Sin embargo, sí algunos de los que sería inconceble excluir. Por ejemplo, Brassaï, fotógrafo de origen húngaro a quien el escritor estadounidense Henry Miller bautizó como «el ojo de París”. Su primer libro, Paris de Nuit (1932), dedicado a la ciudad en sus horas nocturnas, fue rápidamente aclamado por la crítica e influenció a muchos intelectuales de su tiempo.También está indisociablemente vinculado a esta ciudad Robert Doisneau, el fotógrafo de la vida en la banlieue, el ámbito del que era originario y donde se sentía más a gusto a la hora de tomar fotografías. Tanto él como Willy Ronis fueron extraordinarios observadores de las anécdotas y de la ternura escondidas en la cotidianeidad, y dejaron testimonios impagables de sus paseos por la capital durante los años de la posguerra.

Sin adherirse a una corriente concreta, André Kertész se arrimó en ocasiones al Surrealissmo, como en su serie Distorsiones, y en otras al Humanismo, el Constructivismo o la Abstracciór. El fotógrafo de origen húngaro como Brassaï, retrató la ciudad con aparente sencillez en su trabajo Paris vu par Kertész, que marca el fin de su productiva estancia en Francia. Y si Brassaï fue el “ojo de París”, Heri Cartier-Bresson mereció el apelativo de «ojo del siglo» por parte del escritor y periodista francés Pierre Assouline. Pese a sus frecuentes viajes por todo el mundo, Cartier-Bresson nunca se cansó de fotografiar París con su habitual sentido de la oportunidad y de la composición. El que ha sido el fotógrafo más internacional de la ciudad –y el primero de sus compañeros de profesión que logró exponer en el Lovre (1955)- tampoco podía faltar.

París ha tenido la fortuna y el mérito de saber seducir a casi todos los grandes genios de la fotografía del siglo XX, quienes se volcaron en el retrato de la ciudad que tanto les debe, por convertirla en lo que es, en la imagen que hoy habita nuestro imaginarlo colectivo.

 

 

 

Robert Doisneau

(1912-1994)

Calificado como “El fotógrafo del París del siglo XX”. Doisneau nació en las afueras de la capital francesa. Se formó profesionalmente como litógrafo, y empezó a interesarse por la fotografía mientras trabajaba en un estudio de artes gráficas. Antes de dedicarse plenamente al fotoperiodismo frecuentó las academias artísticas de Montparnasse y trabajó en varios estudios de publicidad, entre ellos, el de la fábrica de automóviles Renault. Durante la ocupación alemana, colaboró con la Resistencia, y en 1944 registró la liberación de París. Sus fotografías han sido publicadas en Vague, Life, Picture Post, Fortune, Paris Match y Regards, entre otras revistas. Miembro destacado de la escuela humanista francesa, fue un fiel colaborador de la agencia Rapho.

 

Henri Cartier-Bresson

(1908-2004)

Inicialmente dedicado a la pintura, el francés Cartier-Bresson publicó su primer reportaje gráfico en 1932 en “Vu”. Más tarde trabajó para Life y Paris-Match, y en el cine como ayudante de Jean Renoir. Movilizado como fotógrafo cayó prisionero de los nazis, de los que logró huir tras 36 meses de reclusión y dos intentos fallidos de fuga. Fundador de Magnum en 1947 –junto con Capa, Seymour y Rodger-, realizó reportajes en numerosos países del mundo. En 1952 se consagró con “lmages á la sauvette” (prologado por él mismo con su doctrina sobre «el instante decisivo»). En 1970 abandonó la fotografía para volver a la pintura y el dibujo, a los que se dedicó hasta su muerte, en 2004.

 

André Kertész

(1894-1985)

De padre judío y madre cristiana, Kertész nació en Budapest. En 1912 compró su primera cámara y empezó a estudiar fotografía de forma autodidacta. Resultó herido en la Primera Guerra Mundial y durante su convalecencia tomó fotos de los soldados en sus ratos libres: sus trabajos empezaron a ser publicados. En 1925 se instaló en París, donde fotografió a artistas como Chagall, Léger, Brancusi o Mondrian, y las calles de París. De esa época datan sus series Distorsions (desnudos femeninos de formados mediante espejos). Enfants y Paris vu par Kertész. En 1936 se trasladó a Nueva York, donde fijó su residencia y trabajá para revistas de moda y decoración. Provisto de una especial visión poética y de un agudo sentido de la composición, se le considera uno de los padres del fotorreportaje.

 

Willy Ronis

(1910)

A pesar de ser hijo de fotógrafo, el parisino Ronis no tomó una cámara hasta los 22 años, cuando no tuvo más remedio que ayudar a su padre en el negocio familiar. Poco después, sus objeciones a la fotografía quedaron atrás, cuando, tras la muerte de su progenitor y empujado por las deudas, se dedicó al fotoperiodismo, convencido de que la cámara era un arma contra el auge del fascismo. Comunista convencido, durante la ocupación nazi tuvo que huir a la zona controlada por Vichy, donde cooperó con la Resistencia. Tras la liberación de París, su trabajo sobre los prisioneros franceses en Alemania le otorgó gran prestigio profesional. Referente indiscutible de la agencia Rapho y de la “fotografía humanista”; son célebres sus imágenes del París popular de la posguerra.

 

Bassaï

(1899-1984)

Nacionalizado francés, Gyula Halász nació en Brassó (en aquel entonces Hungría, en la actualidad Rumanía), de ahí su seudónimo Brassai:»procedentede Brassó». En 1923 se estableció en Paris, donde trabajó como periodista, pintor y escultor y contactó con artistas como Picasso o Dalí. Alcanzó la fama al publicar Paris de Nuit (1932), que recogía las imágenes de la noche parisina que había captado con una cámara de aficionado. El libro le valió el calificativo de «Ojo de París» por parte de Henry Miller. Durante la década de 1930 colaboró con las revistas Minotaure, Uerve y Harper’s Bazaar, y realizó reportajes sobre los estudios de los artistas más destacados del momento. En 1963 abandonó la fotografía, pero siguió publicando libros. En 1974 fue investido Caballero de las Artes y las Letras de Francia.

Maestros de la Fotografía es una obra original de Estudi Cases, Buenos Aires (Argentina) ©2008 Estudi Cases. Todos los derechos reservados. ISBN 978-84-9899-099-7 (obra completa); 978-84-9899-114-7 (de este libro). Depósito legal TO-0012-2009. Impreso en la UE. Idea original Joan Ricart. Coordinación Mar Valls. Redacción Vicente Ponce, Joan Soriano. Diseño Susana Ribot. Maquetación Clara Miralles.

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