Castigo divino según la Biblia, dignificante actividad según los protestantes, el trabajo –encaminado o no a la obtención de ingresos- ha acompañado desde siempre a hombres y mujeres. Con el nacimiento y desarrollo del capitalismo se convirtió, sin embargo, en una mercancía más de los intercambios comerciales, cada vez más intensos. La industrialización supuso una nueva transformación profunda de la sociedad, ya plenamente capitalista: nació el proletariado en las fábricas y murieron la esclavitud y la servidumbre en el campo. El trabajo se especializó cada vez más y la explotación del hombre por el hombre adquirió nuevas formas. Los métodos de organización industrial evolucionaron: a finales del siglo XX se impuso el taylorismo, que introdujo la dirección científica del trabajo, y a principios del XX, el fordismo, que aplicó la cadena de montaje y la producción en masa. Durante de este largo ciclo de extensión de las relaciones laborales surgirá el desempleo, fenómeno indisolublemente asociado al capitalismo.

Hasta principios del siglo pasado, pese a que las primeras conquistas laborales son anteriores y el movimiento obrero ya estaba consolidado, en el mundo industrializado el trabajo del proletariado se caracterizó todavía por largas jornadas, salarios miserables y mano de obra infantil. El establecimiento de regímenes socialistas a partir de la Revolución Rusa introdujo un nuevo modelo económico, en el cual el trabajo no competía en el mercado. Para neutralizar los posibles atractivos de esta alternativa política, los países industrializados desarrollaron el Estado del Bienestar, que paulatinamente fue incorporando mejoras notables en las condiciones de vida de los trabajadores. Entre las conquistas sociales del pasado siglo se cuentan la jornada de 40 horas semanales, las vacaciones pagadas y el reconocimiento sindical, que costaron esfuerzo y vidas humanas.

En los últimos tiempos un nuevo fenómeno, la globalización, ha transformado el panorama laboral. Personas y empresas se transfieren de un rincón al otro del planeta. Las deslocalizaciones crean industria donde no la había, pero a la vez generan multitudinarios despidos. Asimismo, mientras la mundialización debilita el Estado del Bienestar en los países occidentales, continúan existiendo situaciones de extrema explotación, discriminación de la mujer y empleo de mano de obra infantil en las regiones más desfavorecidas, que han repetido a menudo los errores del primer mundo. Los ojos inquietos de fotógrafos como W. Eugene Smith, que mediante su labor profesional han ejercido de implacables “vigilantes” del planeta, aportan una infinidad de ejemplos de la dureza de las tareas diarias a las que muchos hombres y mujeres se han aplicado durante e, siglo XX. Sus instantáneas constituyen una de las mejores defensas de los desfavorecidos y reivindican la labor silenciosa y humanitaria de muchos trabajadores anónimos, que el fotógrafo estadounidense dio a conocer al mundo a través de su obra. Directas, sin retórica, las fotos de Smith están impregnadas de una gran fuerza expresiva y en muchos casos, de dramatismo Pionero del denominado ensayo fotográfico, el estadounidense firma algunos de los mejores ejemplos de este género, a través del cual mostró su compromiso social y retrató con maestría la experiencia humana.

El ensayo fotográfico fue una fórmula editorial impulsada por la revista Life, que proporcionaba un extenso tratamiento visual a los temas elegidos. La redacción y planteaba su cobertura, hasta el punto de que al fotógrafo se le requerían varias imágenes-tipo en todos los ensayos: la fotografía general de apertura, la de cierre, una secuencia fotográfica, y así hasta completar la panorámica deseada sobre el contenido. A Smitn le encumbró su ensayo Country Doctor (“Médico rural”, 1948), a través del cual explicaba cómo era una jornada de trabajo del doctor Ceriani, un médico recién llegado a Kremmling (Colorado), municipio cuyos habitantes vivían distribuidos en granjas alejadas. El fotógrafo realizó 321 ensayos más para Life – también son famosos Spanish Village (“Aldea española”, 1951) y Midway Nurse (“Comadrona”, 1951), entre otros- en los siete años que trabajó para esta publicación.

Siempre peleó por ejercer el control sobre sus artículos, y abandonó la revista por su disconformidad con el trato dispensado a su trabajo sobre el premio Nobel Dr. Albert Scheweitzer. Smith también trabajó anteriormente como fotógrafo de guerra durante la Segunda Guerra Mundial, pero con posterioridad a ésta renunció a cubrir ningún otro conflicto bélico durante el resto de su vida.

Otro nombre destacado de la fotografía es David Seymour, cofundador de la agencia Magnum en 1947 junto con Cartier-Bresson, Capa y Rodger. Conocido por el sobrenombre de Chim, Seymour viajó con su amigo Robert Capa a España para cubrir la guerra civil, cuyas fotos publicó en Lífe.

Posteriormente sirvió en el ejército de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, en la que sus padres murieron a manos de los nazis. Terminada la contienda, recibió el encargo de la UNICEF de recorrer el viejo continente para documentar las necesidades de la población infantil europea durante la posguerra La UNESCO publicó este extraordinario material -Seymour brilló especialmente en sus trabajos más sociáles- en el libro Children of Europe.

Steve McCurry es también un gran embajador de los desfavorecidos, aunque generalmente sus fotografías poseen menor carga dramática que las de W Eugene Smith. Su premiado libro Monzón muestra cómo la vida sigue bajo las terribles lluvias estacionales en Asia, el continente que con mayor éxito ha encuadrado el estadounidense. Un reportaje realizado en Afganistán poco antes de la invasión soviética con una cámara semioculta le valió la medalla de oro Robert Capa. También cubrió la Guerra del Golfo, pero es sobre todo conocido por su portada de National Geographic dedicada a Sharbat Gula, refugiada afgana cuya triste mirada transparente estremeció al mundo.

Henri Cartier-Bresson aporta la sutileza de sus escenas cotidianas, en las que se impone siempre la elegancia y el equilibrio. Alejado de la contundencia y de la intencionalidad denunciadora de Smith, el francés atrapa la belleza de lo común cuando el destino la dispone y ordena al gusto de su mirada. Poesía en papel sensible, para recordamos aquella siesta placentera, en el taller o el momento de complicidad entre unas operarias; para destacarnos a un personaje singular que a otro se le hubiera escapado.

 

Un edificio de Belfast se desploma by Abbas – Irlanda – 1972

Jóvenes mineros by David Saymour – Francia – 1935

Jornada de huelga general by David Saymour – Francia – 1936

Batiendo el trigo by W. Eugene Smith – Dleitosa (España) – 1951

Pescadores by W. Eugene Smith – Bahía de Minamata – 1972

Mineros galeses by W. Eugene Smith – Reino Unido – 1950

Obrero siderurgia by W. Eugene Smith – Pittsburgh – 1955

Les Halles by Henri Cartier-Bresson – París – 1952

Descanso by Henri Cartier-Bresson – Bremen – 1962

Médico rural by W. Eugene Smith – Colorado – 1948

Prostitua by David Seymour – Essen – 1947

Visita médica by W. Eugene Smith – Colorado – 1948

Nacimiento by W. Eugene Smith – Carolina del Norte – 1951

El Dr. Albert Schweitzer by W. Eugene Smith – Gabón – 1954

Charla durante un receso by Henri Cartier-Bresson – URSS – 1972

Reconstrucción de un horno by Steve McCurry – Afganistán – 1992

Pozos de petróleo ardiendo by Steve McCurry – Kuwait – 1991

Joven soldador by Steve McCurry – Bombay – 1994

Trabajo interrumpido by Steve McCurry – Rajastán – 1983

Mujeres recolectando trébol by Steve McCurry – Yemen – 1997

Pescadores by Steve McCurry – Sri Lanka – 1995

Zona Cero by Steve McCurry – Nueva Yotrk – 2001

 

W. Eugene Smith

(1918-1978)

Nacido en el Medio Oeste de Estados Unidos, en Wichita, W. Eugene Smith comenzó su carrera profesional como reportero gráfico en un periódico local. Estudió periodismo, pero abandonó la carrera para trabajar en Nueva York. Allí realizó colaboraciones en publicaciones como Life. Cubrió el frente del Pacífico para las publicaciones del grupo Ziff-Davis a bordo de un portaaviones de la armada estadounidense, que intervino en muchas batallas aliadas contra Japón hasta alcanzar Okinawa, donde resultó herido. Años más tarde, ya recuperado, W Eugene Smith regresó a la fotografía e impulsó el desarrollo del denominado «Ensayo Fotográfico» desde la revista Life, que le daría fama mundial. Nunca volvió a tomar imágenes de una guerra.

 

Henri Cartier-Bresson

(1908-2004)

Inicialmente dedicado a la pintura, el francés Cartier-Bresson publicó su primer reportaje gráfico en 1932 en la revista Vu. Más tarde trabajó para Life y Paris-Match, y en el cine como ayudante de Jean Renoir. Movilizado, cubrió la Segunda Guerra Mundial para el ejército francés y cayó prisionero de los nazis, de los que logró huir tras 36 meses de reclusión y dos intentos fallidos de fuga. Fundador de Magnum en 1947-junto con Capa, Seymour y Rodger-, realizó para la célebre agencia reportajes en numerosos países del mundo. En 1952 se consagró con Images à la souvette (prologado por él mismo con su doctrina sobre “el instante decisivo”). En 1970 abandonó la fotografía para volver a la pintura y el dibujo, a las que se dedicó hasta su muerte, en 2004.

 

Steve McCurry

(1950)

El fotoperiodista Steve McCurry nació en Filadelfia (Estados Unidos).Tras trabajar durante dos años en un periódico, se estableció como free-lance y comenzó a viajar En calidad de independiente, y más adelante como fotógrafo de Magnum. Ha recorrido el mundo, especialmente Asia, dejando testimonio de sus conflictos y su realidad social. Su cobertura de la invasión rusa de Afganistán con una cámara oculta entre sus ropas le valió el Premio Robert Capa de Fotografía en 1980. Galardonado con numerosos otros premios, ha publicado en revistas tan prestigiosas como National Geographic. Excelente retratista, es conocido mundialmente por sus dos fotografías de, una misma refugiada afgana, “Sharbat Gula”, que realizó con un espacio de 17 años entre ambas.

 

David Seymour

(1911-1956)

David Chim Seymour era originario de Varsovia. A los 18 años se trasladó a Leipzig para estudiar artes gráficas y fotografía. Tras trabar amistad con Robert Capa, cubrió como éste la guerra civil española. Poco después, huyendo del nazismo, se estableció en Estados Unidos y viajó con las tropas estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial. La UNICEF le encargó que documentara los efectos de la contienda sobre los niños. Con ese fin recorrió durante un decenio Italia, Hungría, Polonia, Alemania, Checoslovaquia, Austria y Grecia, y posteriormente publicó el libro “Children of Europe”. Fue uno de los fundadores de la agencia Magnum, que presidió en 1954-1956, y colaborador de las revistas Vu, Life, Regords y CeSoir. Halló la muerte mientras cubría la guerra de Suez.

Maestros de la Fotografía es una obra original de Estudi Cases, Buenos Aires (Argentina) ©2008 Estudi Cases. Todos los derechos reservados. ISBN 978-84-9899-099-7 (obra completa); 978-84-9899-109-3 (de este libro). Depósito legal TO-0012-2009. Impreso en la UE. Idea original Joan Ricart. Coordinación Mar Valls. Redacción Vicente Ponce, Joan Soriano. Diseño Susana Ribot. Maquetación Clara Miralles.