«Ya no hago fotos. Me desenamoré, y se acabó»
Es el gran maestro de la fotografía española. Un clásico que en los años cincuenta y sesenta revolucionó el periodismo gráfico en nuestro país. A sus 83 años, ya no hace fotos, pero no para de exponerlas. Desde que en 2004 recibiera el Premio Nacional, su trabajo se ha revalorizado y es todo un referente. Hablamos con él de su trayectoria y lo desafiamos a que elija a los otros genios de la fotografía del siglo XX.
En la década de los cincuenta, Masats aterrizó en Pamplona decidido a captar con su Leica las fiestas de San Fermín. La composición severa y rotunda de sus imágenes como esta «La estocada de la tarde», convirtió su trabajo en un hito de la fotografía española.
Leica asoma detrás de Ramón Masats, entre curioso y desconfiado. Es un gato negro, uno de los varios que tiene y ha tenido el fotógrafo. Que le hayan puesto el nombre de la cámara mítica se antoja inevitable, aunque suene a nombre ‘de chica’. «No creo que a él le importe», dice Masats. Leica nos acompañará toda la entrevista, a cierta distancia, en este modesto piso de Ciudad Lineal donde vive el maestro de la fotografía española.
Llegó a Madrid con 27 años, pero todavía no ha perdido el acento de su Barcelona natal ni la fina ironía que, asegura, «viene de fábrica» con el hecho de ser catalán. Expone ahora por partida doble en PhotoEspaña, donde además ha sido premiado por «su papel en la modernización de la fotografía española, por la capacidad narrativa de su trabajo y por su influencia en posteriores generaciones de fotógrafos». Sobre esto último, él lo tiene claro: nada de nostalgia. «Hay fotógrafos jóvenes que son una maravilla; el problema es que no se ven».
ENTREVISTA
Mi Fotografia Preferida…..¿Tiene Masats alguna foto suya favorita?
Piensa antes de responder. «Es que sería vanidoso si dijera que bastantes. No hay una sola. Hay 20 ó 30 fotos mías que me gustan«. Está, de una mujer pintando el borde de su casa en Tomelloso, es una. «Hice muchas fotos en los pueblos. Y sabía lo que fotografiaba, lo hacía con intención. Yo no reencuadraba en el laboratorio. Copiaba todo el negativo, salvo en dos o tres ocasiones«.
Y la que más odio…..
Algunas fotos de Masats se ha nconvertido en icono, como la del seminarista jugando al futbol. «¡Yo estoy harto de la foto del cura!», de verdad se lo digo. Me la pide todo el mundo y eso es bueno, porque la vendo, pero es que verdaderamente la odio….No es que no me parezca buena, pero da la impresión de que solo haya hecho esta foto. ¡Que igual es verdad!. ¿A que acaba usted también sacando la del cura?«.
XLSemanal. ¿A qué se debe esta invisibilidad?
Ramón Masats. Los fotógrafos españoles hemos tenido siempre el defecto de ser muy caseros, no nos ha interesado exponer en el extranjero, movernos. Un error. España es un país muy visual, con gente muy creativa. Los pintores sí han sabido venderse, han ido a París, a Nueva York, pero los fotógrafos no hicimos lo mismo. Y siguen sin hacerlo.
XL. ¿No valoraban entonces su trabajo?
No había galerías, no había interés por la fotografía. Pero nosotros sí valorábamos nuestro trabajo. Vamos, cada uno creía que sus fotos eran muy buenas [ríe]. Fue por desidia. Nos bastaba con ir tirando, con funcionar aquí.
XL. Quizá también se explica porque ustedes empezaron haciendo reportaje y no fotografía artística.
El reportaje siempre ha sido poco valorado, es cierto, se consideraba algo comercial. Y ahora ya ni le cuento…
XL. ¿Qué buscaban o buscaba usted con el reportaje? Además de ganarse la vida, claro.
Contar la vida. Mi ilusión era retratar la época. Y hacerlo con una foto. Nosotros, los de mi época, hacíamos una foto, no un tema. Ahora hacen unas tesis… [sonríe con sorna]. Vamos, que hacen unas fotos más bien mediocres y luego se explican bastante bien.
XL. ¿Habla usted de la fotografía conceptual?
Sí. De esas fotos que requieren una explicación y que para mí, en muchos casos, son incomprensibles… incluso con explicación.
XL. ¿Y qué considera usted que es una buena foto?
La que te satisfaga a ti y que satisfaga a quien la ve.
XL. Hombre, ya, pero eso de la satisfacción es un poco amplio y muy subjetivo, ¿no?
En la fotografía, como en todo, lo importante es la honestidad. Que la mirada del fotógrafo se muestre como es. Y, luego, que cause una emoción.
XL. Usted define su propia fotografía como muy intuitiva.
Absolutamente. Yo he trabajado siempre por intuición. Yo no salía con una historia o una idea concretas en la cabeza. Me dejaba llevar.
XL. Sin embargo, sí hay ciertas constantes en su trabajo, como su reincidencia en fotografiar ciertos tópicos nacionales. ¿Por qué esa atracción?
Porque es muy difícil hacer buenas fotos de un tópico. Se hacen tantas fotografías mediocres de los tópicos que la tentación es hacer fotos distintas. Es un reto para uno mismo. Para mí lo era.
XL. También muestra un claro interés por las personas, incluso cuando ya no fotografiaba gente…
Últimamente, aparte de cambiar al color, no fotografiaba personas; es verdad. Pero siempre me ha interesado el hombre. Me fijaba en obras que el hombre ha hecho sin ser consciente de que estaba haciendo arte.
XL. ¿Eso le ha pasado a usted mismo: haber hecho arte sin ser consciente de ello?
No, yo siempre he sido consciente de lo que hacía [ríe]. Yo me podía equivocar, creer que había hecho una buena foto y luego en el laboratorio decir: «¡Qué burro eres, qué mala es esa foto!». Lo que solo me habrá pasado una o dos veces en la vida es que haya descubierto una buena fotografía en el laboratorio.
XL. Contó durante mucho tiempo que se hizo fotógrafo porque le tocó una cámara en una tómbola, pero hace poco supimos que no fue así…
No, esa era una bonita historia, pero no fue así. Compré la cámara con el dinero que le sisaba a mi padre. Pero en casa dije que me había tocado en una tómbola. La compré cuando estaba haciendo la mili porque había visto una revista, Arte y Fotografía, y me interesó aquello. Yo dibujaba un poquito y leía mucho, y quise probar la fotografía. Pero en vida de mi padre no podía decir que le cogía dinero; no le habría gustado nada. No nos llevábamos bien.
XL. ¿A qué se dedicaba su padre?
A la pesca salada; a vender bacalao, sardinas… Yo trabajé en eso también de los 16 a los 27, que me vine a Madrid. Cuando fui a Pamplona a hacer el reportaje de los sanfermines, todavía era aficionado. Al volver, en Barcelona, nos reunimos los amigos y dije: «Yo no me entiendo con mi padre, me quiero ir, quiero ser fotógrafo». Y me contestaron que muy bien, pero que en Barcelona había muchos fotógrafos y a ver si les iba a hacer la competencia… [ríe]. Y, entonces, Oriol Maspons, que ha sido una persona importantísima para la fotografía española, me consiguió una cita con el director de la Gaceta Ilustrada en Madrid. Le gustaron mis fotos y me dio trabajo aquí. No fijo. Yo nunca he querido ser fijo de nada.
XL. La formación fotográfica en aquella época era autodidacta. Se formaban entre ustedes, ¿no?
Sí, aquello era absolutamente autodidacta. Nos reuníamos y dábamos nuestra opinión sobre las fotos de los compañeros. Y charlábamos y discutíamos sobre fotografía. Aunque yo creo que el fotógrafo de reportaje, nace. Debes tener un instinto especial.
XL. Esos amigos formaron grupos como La Palangana, ahora reivindicado como detonador de la fotografía moderna en España.
Bueno, la verdad es que nos juntábamos más para tomar vinos que para hacer fotos. Ahora se está valorando mucho ese trabajo, pero no era nuestra intención ser una escuela ni nada. Lo único que queríamos era hacer buenas fotos. Y éramos muy independientes. A veces íbamos a algún pueblo juntos, pero desayunábamos y luego cada uno iba por su lado. Como los cazadores: «¿Qué tal te ha ido? Bueno, creo que tengo un par de ellas buenas…». Y así.
XL. A pesar de las ventajas tecnológicas de hoy en día, parece que entonces era más fácil ‘salir a cazar fotos’ y sobre todo retratar gente.
¡Mucho más! Es que ahora la gente se ha dado cuenta de que tiene derecho sobre su imagen. Entonces, ni nosotros ni los retratados éramos conscientes de ello. Pero la gente tiene todo el derecho a saber qué haces con su imagen. La fotografía que hacíamos nosotros ahora no sé si sería posible.
XL. Y usted ¿no tuvo nunca la tentación de cubrir otros países, incluso de hacerse reportero de guerra, que tuvo en un momento tanto prestigio?
Una vez, me mandó la revista para que fuera con un escritor a la guerra de Argelia, pero no conseguimos un barco ni nada que nos llevara. Fue un intento frustrado y no hubo más. No tuve interés, la verdad. Yo me he movido poco de España. He hecho siempre lo mismo: ver, sentir y expresar mi punto de vista. Y eso lo podía hacer aquí.
XL. Hace 12 años que no hace fotos, ¿no lo echa de menos?
En absoluto. Me compré una cámara digital para que mi mujer saque fotos de la familia, de los gatos… pero aquella pasión que yo tenía por la fotografía desapareció y no ha vuelto.
XL. Es curioso, después de 60 años haciendo fotos…
Es así. Me desenamoré. Y se acabó.
XL. ¿Y a qué dedica ahora el tiempo libre?
A leer. Siempre he sido, más que un lector, un gran leedor. Ahora leo cuentos porque una obra larga, cuando la cojo al día siguiente, me tengo que ir cinco páginas atrás… para recordar.
XL. Usted no es de los que creen que una imagen valga más que mil palabras…
Es que eso no es así. Si yo le digo a un grupo de personas la palabra ‘puerta’, cada uno pensará en una puerta distinta. Es la imaginación. En cambio, si les muestro una foto de una puerta, les recordará una cosa o la otra, pero es esa puerta lo que ven. La palabra te permite crear veinte puertas, tantas como personas. Generan más imágenes las palabras que las fotos.
XL. ¿Qué le diría a un fotógrafo que empieza?
Que lo deje.
XL. Eso será broma…
Sí y no. Si uno tiene el ímpetu de hacer fotografía, no podrá dejar de hacerlo, le digan lo que le digan, y saldrá adelante, además. Pero ahora está muy difícil. Era mucho más fácil ganarse la vida como fotógrafo en mi época. Así que si no sientes de verdad ese impulso, déjalo.
Pues hasta aquí la entrevista que le hicieron al Maestro Ramón Masats. Me quedo con dos pinceladas que me van a dar mucho que pensar y que desde que leí el artículo lo estoy haciendo. La primera es cuando le preguntan si no echa de menos el hacer fotos después de 12 años sin tirar ni una sola y responde «que no que se desenamoró y que se acabó», no sé si esto puede llegar a suceder y menos en un auténtico profesional del tema. Y la segunda es cuando le pregunta ¿qué le diría a un fotógrafo que empieza?, respondiendo «que lo deje», aunque en esta ocasión su argumentación es aplastante.
LOS MEJORES FOTÓGRAFOS DEL SIGLO XX
(POR RAMÓN MASATS)
«Es que tengo muy mala memoria«, intenta escabullirse Masats. Tiene claros los nombres de los fotógrafos, los de los incuestionables, pero eligir una imagen es más difícil. Así que tiramos de iPad para hacer memoria. Y nos sala una improvisada clase magistral.
WILLIAM KLEIN – LA VIOLENCIA Y LA INFANCIA.- «Uno de los grandes, sin duda. Rompió completamente con la fotografía que se estaba haciendo. Su utilización de los grande angulares marcó un antes y un después. Klein, judío nació en Nueva York, pero asentado en Francia, donde todavía vive a sus 86 años, venía del mundo de la moda, pero revolucionó la fotografía de calle. Esta foto es un ejemplo de ello«.
JEANLOUP SIEFF – EL GRAN RETRATISTA.- «Hizo unas fotos maravilosas. Supuso un revulsivo en la fotografía de moda y el retrato. ¿No me digas que este de Hitchcock con Ina Balke no es bueno?. Sus desnudos son también fantásticos. Es un maestro de las formas y cuida mucho la luz y los contrastes«. Francés de origen polaco, Sieff nació en 1923 y murió en 2000.
CARTIER-BRESSON – EL MAESTRO DE MAESTROS.- «¿Pero cómo voy a elegir una sola foto de Bresson?. Todas son buenas. Lo hizo todo bien. Es el gran maestro. Mi referente. Pon esta, que es poco conocida y estupenda, pero elijas la que elijas de él será una gran foto. Voy a pocas exposiciones, pero a la que hay ahora de él en Madrid (en la Fundación Mapfre) voy seguro«. Bresson, francés, murió en 2004.
ROBERT FANK – EL REPORTERO TOTAL.- «Representa el reportaje, cuando el reportaje era otra cosa. Este suizo, pero americano de adopción, cambió el fotoperiodismo…. con ironía y con honestidad. Ahora, el reportaje está devaluado. ¡Se hacen barbaridades con el Photoshop!. Con las modelos que hagan lo que quieran, ¡pero con el reportaje, no!«. Frank, de 89 años, vive en Nueva York.
CRISTINA GARCÍA RODERO – LA MIRADA SOCIAL.- «Es una fotógrafa buenísima. No entiendo que alguien criticase el reportaje que hizo de los entonces príncipes (se cuestionó que ella, con implicación social, hiciese fotos tipo Hola). Me pareció fantástico, un trabajo muy bien hecho. ¡Chapó por Cristina!«.
ALBERTO GARCÍA ALIX – EL DESCARO COMO OBJETIVO.- «De él elegiría una de sus fotos pornográficas, pero, como no se pueden reproducir aquí, me vale ésta. En todas me gusta su descaro, algo que también tiene Helmut Newton. El descaro es algo que yo siempre he valorado mucho«.
CHEMA MADOZ – SIMPLEMENTE, EL MEJOR ESPAÑOL.- «Para mí, Chema es el mejor fotógrafo de España. Y la suya no tiene nada que ver con mi fotografía. Sus fotos pueden ser conceptuales, pero no necesitan texto. Yo a él no le he oído nunca explicar sus fotos. Ésta me encanta. La tengo: se la cambié por una mía«.
Un saludo y que la disfrutéis.
Fuente: XLSemanal